El campo de la investigación lo tienen bajo control, la siguiente tarea en agenda consiste en encontrar los fondos o empresas que los apoyen.
Extender la vida de alimentos para evitar desperdicios
Nadia Chamana no quiere ser protagonista de la foto en un laboratorio o que su rostro sirva para retratar a la autora de un artículo científico. Anhela más. Liderar la primera startup de biología sintética del Perú, por ejemplo. ¿Por qué no? “A un científico casi nunca se le ve como emprendedor”, se queja. Por eso se preocupa por el futuro de Mikuytec, el proyecto que lidera para extender el tiempo de vida de las frutas y verduras a través de la producción de proteínas.
Sus estudios en Biotecnología como becada de UTEC y su actual intercambio estudiantil en Francia la ayudan a prepararse para eso. Tras ganar el Grand Prize a nivel Latinoamérica, Ginkgo Bioworks, una de las empresas de biología sintética más importante del mundo, auspiciará los plásmidos (lo más costoso) y asesorará al equipo que próximamente estará en Boston. Si alguna empresa les permite el acceso a laboratorios y reactivos, podrán trabajar en la agroindustria, sea para productos de consumo interno o exportación. Su edad es corta y la brecha para pasar de investigación a industria es amplia, pero Nadia avanza y la idea es que encuentre inversionistas que apuesten en acompañarla.
La plataforma que reúne material educativo
Carlos Effio atiende esta videollamada el mismo día que llega a Estados Unidos para competir en la copa Global Silicon Valley. Ha creado, junto a Ricardo García, la primera startup peruana en asistir. Se trata de la plataforma uDocz, que cuenta con más de un millón de estudiantes registrados en toda Latinoamérica y busca dotar de material educativo para distintas carreras.
“Es una pequeña fracción de lo que podemos llegar a ser. Hay casi 40 millones de estudiantes universitarios, así que queremos crecer 30 veces”, sostiene el economista de 31 años. Pero no basta con una buena propuesta, hay que tener contactos globales y proyectos que hagan sentido para los inversionista. “No pensar solo en Perú, sino al menos a nivel regional”, apunta Effio, quien para eso postuló al evento.
Tuvo tres días para relacionarse con importantes actores del ecosistema, desde fondos de inversión hasta creadores de políticas. De 800 postulantes que pudieron ingresar a ese círculo, solo 20 finalmente fueron aceptados. Así que si hablamos de personas que se generan las oportunidades, esta dupla es un ejemplo.
El joven que busca evitar la escasez del agua
Fabrizzio Villar recuerda a su mamá reiterándole que debía valorar cada gota de agua cada vez que se lavaba las manos. “No permitía que la desperdicie”, precisa. Su niñez en Chosica estuvo marcada por fuertes lluvias y alertas de huaicos, por lo que la falta de agua era un problema frecuente. Ese pasado definió a quien luego a sus 21 años ganaría el Premio Nacional Cultura del Agua.
Tras haber estudiado Ingeniería Ambiental en UTEC gracias a Pronabec, se animó a preparar un proyecto. Es un sistema de monitoreo para la evaluación de intervenciones en infraestructura natural relacionada con servicios ecosistémicos hídricos en la microcuenca Yuracmayo, ubicada en la provincia de Huarochirí, Lima. La zona es importante, ya que pertenece a la parte alta de la cuenca del río Rímac, y allí también se cuenta con una represa con capacidad de 48 millones de metros cúbicos de agua.
“El embalse de la represa Yuracmayo beneficia directamente a 17 distritos de Huarochirí y aporta con el 12 % de agua superficial a la ciudad de Lima”, indica Fabrizzio.