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Para ganar un partido de fútbol hace falta algo más que reunir a 11 virtuosos del balón.

Es necesario un espíritu de equipo y buenas tácticas.

La formación 4-3-3 se compone de 4 defensas, 3 mediocampistas y 3 delanteros. En ataque los dos laterales suben, y en defensa tratan de prevenir los contraataques, y un delantero-centro atormenta a los zagueros del equipo rival.

En el famoso, aunque ahora poco utilizado, 4-4-2 los centrocampistas juegan por el centro y por las bandas cuando están en posesión del balón y pasan la pelota a uno de los dos delanteros.

También se puede jugar en una formación en diamante, con un centrocampista por delante de la defensa y otro justo por detrás de los delanteros.

Superestrellas como Pelé, Maradona o Zidane, grandes creadores de juego, se expresaban mejor con el sistema 4-2-3-1, liderando el ataque desde el centro de la línea de tres.

Mientras que los equipos que optan por el 4-1-4-1 son más defensivos. El objetivo es neutralizar el juego y la creatividad de los rivales a la vez que lanzan contraataques.

Este esquema requiere rigor defensivo y disciplina táctica, y fue vital para la sorpresiva victoria de Grecia en la Eurocopa de 2014.