Para medir el progreso del cambio climático y estudiar los procesos oceánicos y las actividades humanas que los afectan, resulta esencial armar una imagen detallada del mundo submarino. (Foto: EFE)
Para medir el progreso del cambio climático y estudiar los procesos oceánicos y las actividades humanas que los afectan, resulta esencial armar una imagen detallada del mundo submarino. (Foto: EFE)

Hace treinta años, tuve el privilegio de ver de cerca las profundidades del océano. Durante una investigación para mi doctorado, descendí 2.4 kilómetros en el sumergible Alvin sobre el dorsal del Pacífico Oriental, al suroeste de Acapulco. Más allá de iluminar el proceso oceanográfico que estaba estudiando, la conexión entre las placas tectónicas, las erupciones volcánicas y los respiraderos de aguas profundas, ese eje único del océano me abrió los ojos a una verdad más amplia: los humanos somos en gran parte ciegos a esta enorme y viva parte del mundo que ocupa más de dos tercios de la Tierra.

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