Cuando David Fischman cumplió 33 años su vida tuvo un punto de quiebre. Mientras que al protagonista de su libro “Las siete semillas” le dio un infarto, lo de él fue fue una crisis emocional. “En ese momento me di cuenta que era un jefe tirano, mis propios trabajadores me llamaban el loco”, confiesa, “tuve que ir al psicoanalista para darme cuenta de los problemas que estaba cargando y del poco control que tenía sobre mis emociones”.
Cuando se refiere a los años en los que fundó Cibertec, a inicios de los 80, se autodenomina como un “jefe malvado”, ¿cree que ese era el perfil del jefe peruano de ese entonces? ¿Qué tan diferente es el que rige hoy en día?
Aunque creo que en las grandes empresas siempre hubo algo de preocupación por el tema, traer Great place to work a Perú generó un cambio importante en el país. Es de las cosas de las que más me enorgullezco de haber hecho en la UPC porque fue la primera vez que se hablaba de un ránking que evaluaba el clima laboral de las empresas. En mi caso, cuando eres emprendedor normalmente no estás preocupado por las personas, sino enfocado en los objetivos y yo, aunque me arrepienta de ello, era el vivo ejemplo de esta premisa. Tenía tremendos problemas de inteligencia emocional y me dejaba guiar por mi niño interior, uno que había sido maltratado y que era incapaz de desaprender estas conductas. Tuve que atravesar una crisis para darme cuenta, y a partir de ese momento me dediqué a conectarme con mis traumas de la infancia para empezar a sanar.
¿Su interés por el desarrollo de las habilidades blandas nace a partir de este episodio?
Definitivamente. Vengo trabajando específicamente en inteligencia emocional hace cinco años. He investigado mucho, revisado libros y papers, dictado talleres, en fin. Ha sido un proceso de largo aliento. Lo primero que comento en mi libro es lo que apliqué conmigo: ser autoconsciente. Se trata de entender quién eres, cuál es tu temperamento o cuáles son tus “botones calientes”, que es un término que uso para referirme a los detonantes que activan una respuesta automática de pelea-fuga, que muchas veces es una reacción inadecuada. Esta conciencia de cómo eres te lleva a afinar tu comunicación con el resto y enriquecerte de la diversidad de los miembros de tu equipo. Por ejemplo, si veo a una persona pragmática no le voy a dar un dato general porque sé que le interesa el dato y el detalle, prefiero apuntar a eso y tener una comunicación efectiva.
En el libro menciona cuatro grandes ejes de la inteligencia emocional —la autoconciencia, la conciencia de los demás, la autorregulación y el manejo de las emociones—, ¿en cuál de estos cree que enfrentemos mayores retos como sociedad?
Sin ninguna duda, el mayor problema de la inteligencia emocional en el Perú es la autoconciencia. Incluso me atrevería a decir que también a nivel global. La desconexión emocional que sentimos y los dolores que cargamos nos afecta tremendamente, en la empresa y en el día a día. En el siguiente libro que estoy trabajando me centro en cómo la niñez afecta el presente de uno sin que se dé cuenta. Si yo estoy conectado con mis emociones, con mi niñez, con todo lo que cargo de dolor, podré hacer lo mismo con los demás, ser empático. Por ejemplo, pienso en una persona irascible y explosiva. ¿Por qué es así? Probablemente alguien “fosforito” lo acompañó en sus años formativos y esa suerte de agresión se manifiesta cuando presionan sus botones calientes. O pienso en un adulto que no cuestiona nada cuando su equipo lo requiere, porque lleva en su interior a un niño al que maltrataban cuando le preguntaba algo a sus cuidadores. Las conductas que tenemos de adultos tienen mucho que ver con lo que vivimos de niños.
¿Cree que las habilidades blandas tienen la importancia debida dentro de la cultura empresarial del país o es todavía una tarea pendiente?
He revisado muchas investigaciones en Perú y creo que hoy las empresas consideran mucho las habilidades blandas al momento de contratar nuevos trabajadores y sumar talentos a sus equipos. Es un tema de los últimos cinco años. Pasa que si un trabajador no logra desarrollar estas habilidades, por más bueno que sea en sus funciones, terminará saliendo de cualquier organización porque trabajar en equipo, hoy más que nunca, es clave. No hay manera de hacerlo sin habilidades blandas, no puedes tender puentes si no sabes escuchar o regular tus emociones.
En el epílogo del libro explora el concepto de “liderazgo remoto”, ¿le parece que las modalidades de trabajo de la nueva normalidad propician que las habilidades blandas tomen mayor protagonismo?
Resulta mucho más desafiante ser interpersonal a través de la cámara, no se comunica lo mismo que estando cara a cara. Esta brecha le pone más dificultades a las habilidades blandas, por eso deben ser potenciadas o no podrán manejarse en este nuevo entorno. Es mucho más difícil leer a una persona cuando nos separa una pantalla. El escenario de todo lo que yo escribo es la empresa, pero aplica a la vida y esto no es la excepción.
Por más que cada empresa necesite un líder que responda a necesidades muy específicas, ¿cuáles son las características que considera imprescindibles en un líder del 2022?
Creo que el líder que las estructuras actuales exigen está conectado con sus emociones y sabe regularlas. Los vaivenes, los cambios y las incertidumbres que vivimos requieren de estabilidad emocional, de lo contrario alguna carencia emocional te va a traicionar y pasar factura. A mí me ha servido mucho la meditación y le dedico dos horas de mi día. Siento que es lo más rentable en términos emocionales y de felicidad, lo que no significa que no sea un líder que no resuelve problemas. También creo que, aunque la investigación y el aprendizaje sean clave, un líder se construye con experiencia. Uno no aprende habilidades blandas leyendo un libro, sino aplicando ese conocimiento en su vida.
EN CORTO
Presentación. Este jueves 28 de julio se presentará el libro en la Feria Internacional del Libro de Lima, que se inauguró el pasado viernes en el Parque de los Próceres de la Independencia. La cita es a las 7:00 p.m. en el auditorio César Vallejo.