Chiara Roggero, Escritora y directora de Rock the Bubble, escuela de escritura creativa.
Querido Benjamín, te confieso que leí tu libro por las razones equivocadas. Una amiga me encargó que se lo trajera de Buenos Aires, a donde viajé hace poco desde Lima. La noche que tenía que entregárselo, no me sentí bien y me quedé en casa. La lista de libros que tenía pendientes por leer era enorme y, sin embargo, aquel martes, decidí leer el único libro que no había comprado para mí: el tuyo.
Ya que estamos en confesiones, tengo que decirte que no tenía muchas expectativas sobre lo que podría encontrar en él. Los actores normalmente me han desilusionado en el salto de las tablas al papel. El motivo principal por el que decidí leerte no partió de la mejor intención. Perdiste a tu hija Blanca cuando tenía tan solo seis años y todo indicaba que en tu libro nos contarías sobre aquel drama del que tanto se especuló en los tabloides chilenos y la televisión argentina. Supongo que mi propósito estaba más cerca de husmear en la tragedia de una pareja de famosos y en los detalles que solo uno de sus protagonistas podría darnos. De solo escribir esta frase, siento mucha vergüenza. Espero poder redimirme con lo que me falta por decir.
En el acto V, llamado “Mi antagonista”, nos presentas una palabra que debería existir en todos los idiomas, pero que solo la sabiduría de los japoneses pudo inventar: “Nankurunaisa” que significa “con el tiempo se arregla todo”. Podría sonar trillado eso de que el tiempo es un gran aliado, pero no cuando te sumerges en la lectura de tus palabras, de tu dolor, tus tránsitos y tus propios tiempos. Escribes de atrás hacia adelante, a diez años de la partida de Blanca, a nueve, a ocho. Como si de alguna manera fueras cuidadoso con el lector, para no atravesarlo desde un inicio, con esos primeros recuerdos de un padre que recién se acomodaba a sobrevivir sin su hija.
No dudo de que este libro servirá para padres que han perdido hijos y, en un futuro, para aquellos que irremediablemente irán a perderlos. Pero también es un libro para aquellos que hemos extraviado algo, a alguien, a nosotros mismos quizás. Tu libro, querido Benjamín, más que un libro de pérdida es un libro de encuentros. Es una reseña a la soledad, pero a esa soledad en la que nos habitan dos seres: uno que quiere morir y otro que quiere seguir viviendo. Y sin sonar pretencioso (te cuidas mucho de no presentarte como alguien que sabe más que el resto) nos invitas, con mucha delicadeza, a elegir por la segunda opción. Vivir a pesar de estar un poco muerto, de ya no ser el mismo. Quizás no tenemos que atravesar esta vida siempre siendo el mismo. Quizás a algunos, como a ti, les toca nacer dos veces.