La contaminación del aire es el sexto asesino a nivel mundial, más que el consumo de alcohol, la insuficiencia renal o demasiada sal. La causa, como todos sabemos, es la quema de combustibles fósiles, que genera hollín y otras partículas en el aire que quedan en la atmósfera.
En un nuevo ejemplo de los círculos viciosos producidos por el cambio climático, una investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts sugiere por primera vez que la contaminación se prolonga por más tiempo en las ciudades y que las tormentas de verano son cada vez más poderosas.
Cuando se habla de la crisis del calentamiento global, el aumento de los mares, las inundaciones catastróficas, las devastadoras olas de calor y los huracanes sin precedentes se llevan toda la prensa.
El nuevo estudio revela cómo incluso los aspectos más mundanos del clima se ven afectados por los daños causados por el hombre en formas que probablemente, si no lo han hecho ya, dañan a las personas y la propiedad.
El problema tiene que ver con la manera en que la estructura cambiante del calor en la atmósfera, que está directamente relacionada con el calentamiento global, impulsa los sistemas climáticos masivos en las regiones donde vive la mayoría de las personas.
En lo alto de la atmósfera, estos "ciclones extratropicales" son propulsados por la mezcla de aire cálido y frío, y son la fuerza detrás de las ventiscas y las tormentas eléctricas cotidianas.
En las ciudades, sus vientos típicamente eliminan la contaminación del aire después de unos pocos días de verano llenos de esmog. En el sur, mantienen el avance de poderosas tormentas. Pero eso ha ido cambiando.
Si bien el cambio climático ha intensificado los huracanes y ha hecho que los mares suban, la circulación de estos enormes sistemas climáticos se ha debilitado. El resultado son ciudades envueltas durante días en la contaminación y regiones enteras más vulnerables a las tormentas repentinas y torrenciales.
"El clima de verano no está ventilando las ciudades estadounidenses al ritmo que lo hacía en el pasado", afirma el autor principal del estudio, Charles Gertler, estudiante de posgrado del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias de MIT.
Los ciclones extratropicales se mantienen con la diferencia de temperatura entre las latitudes sur y norte. A medida que el Ártico se calienta, lo cual está haciendo al doble de velocidad del promedio global, esa diferencia se está reduciendo y gradualmente está reestructurando el clima en el hemisferio.
Además, el estudio publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, afirma que estos ciclones extratropicales más débiles también pueden contribuir a las olas de calor más largas.
El estudio se basa en datos de temperatura y precipitación que se remontan a 1979, el inicio del monitoreo satelital.
Los investigadores encontraron que los ciclones están empujando la energía disponible a las tormentas en sus extremidades.
La cantidad de energía disponible para las tormentas eléctricas está "aumentando a una tasa bastante significativa", o 13%, asegura Gertler, lo que potencialmente las hace más fuertes. Ese cambio se combina con la humedad adicional en la atmósfera y conduce a más precipitaciones, debido a ráfagas cortas e intensas.