¿Y qué le dirías a alguien que tiene un sueño? De ilusión se vive. Sí. Le diría eso. De ilusión se vive.
En 1947 se estrenó la película “Milagro en la Calle 34″ ganadora de 3 estatuillas del Oscar. Un clásico espectacular que recomiendo ver. En una de las escenas; Kris Kringle, le enseña a la pequeña Susan a “saber ser lo que no se es” partiendo de la imaginación.
Tomamos muchas decisiones partiendo de la imaginación. Cuando somos niños imaginamos lo que queremos ser de grandes. Luego, tomamos decisiones sobre la base de aquello que imaginamos, por ejemplo, en qué trabajar o qué estudiar. Cuando elegimos una camisa, imaginamos cómo se nos va a ver al usarla. Cuando elegimos una pareja imaginamos cómo va a ser nuestra vida con ella. Todo lo que elegimos, todo lo que decidimos, siempre tiene detrás mucho de nuestra imaginación sobre el resultado.
Sin embargo, la imaginación es fugaz. Es momentánea. Lo que la hace sostenible en el tiempo es la ilusión de ver que lo que está en nuestra imaginación sea una realidad.
Hace muchos años, como peruano, imaginaba que en cualquier lugar del mundo se pudiera pedir un ceviche. Trabajaba en un banco en Perú y decidimos hacer una alianza con la gastronomía junto al chef Gastón Acurio para promoverla desde la publicidad del Banco. Fue un éxito para el Banco y fue uno de los esfuerzos importantes para darle impulso a la cocina peruana. La ilusión de apoyar a ese propósito mayor nos movió a muchos por varios años. Hoy, inevitablemente sonrío cuando en diferentes países del mundo veo en la carta de algún restaurante que pone “ceviche”.
Es que la ilusión es un motor. No, corrijo. No es un motor. Es el combustible del motor de la acción. La cadena es fácil: Imagina, ilusiónate con ello, y luego actúa hasta alcanzarlo. Imaginar, ilusionarse, actuar.
Si quisiéramos escribirlo como fórmula de éxito, diría que Éxito es igual a Imaginación multiplicado por Ilusión y elevado a la potencia de la acción.
Nunca dejemos de soñar. Pero soñar no es suficiente. Hace falta ilusionarnos con el sueño. Y con la fuerza de esa ilusión movernos a la acción. Es lo que nos hace sentir que tenemos lo que aun no tenemos, que somos lo que aun no somos.
Poner los pies en la tierra es la mejor forma de matar la ilusión y conseguir que el esfuerzo te canse. Vivir flotando, agarrado de tus sueños y trabajando hasta alcanzarlos es lo que evita que el esfuerzo agote
Todo emprendedor es un soñador. Todo líder sabio es un soñador. Todos ellos saben que de ilusión se vive.