¿Y qué le dirías a alguien que tiene miedo frente a un cambio? El miedo fabrica coraje. Sí, le diría eso. El miedo fabrica coraje.
Voy a empezar un negocio. Hay que invertir en él, y siento miedo. Me han propuesto un nuevo cargo en el trabajo. No conozco mucho el rol, y siento miedo. Son mis primeros días en la universidad. Todo es diferente al colegio. Aun no lo entiendo bien, y siento miedo. Me mudo a otra ciudad. Allí no tengo amigos todavía, y siento miedo.
Puedo seguir describiendo situaciones que todos ya hemos vivido o vamos a vivir. Es que frente a todo cambio hay incertidumbre, la incertidumbre genera miedo y el miedo ansiedad que puede terminar en estrés.
Hay otra ruta. Aquella en la que reconocemos el miedo. Le damos la bienvenida y lo conducimos como una herramienta de desarrollo de coraje.
Esta segunda ruta requiere tres pasos:
El primero es la aceptación. Es decir, reconocer que estamos frente a una situación que nos tiene asustados. Admitir nuestro miedo.
El segundo, la conversación. Es decir, hablar sobre el miedo que sentimos. No tener miedo a decir que tenemos miedo. Esta fase tiene el mismo efecto que encender la luz para desaparecer las sombras de la noche. Cuando hablamos del miedo empezamos a perderle miedo.
Y el tercero es la transformación. El paso por el cual tomamos la ansiedad que nos genera el miedo y la convertimos en valor para enfrentar la situación.
María Luisa recibió la noticia de un cáncer. Inmediatamente miedo. Por sus hijos, por su esposo, por ella misma. Pero admitió su miedo y empezó a hablar sobre él. Comentaba que le daba miedo el proceso, los eventuales dolores, el esfuerzo económico, y el posible desenlace fatal. Lloraba mucho mientras admitía sus miedos. De pronto se cansó del miedo y lo convirtió en coraje para enfrentar cada momento en su momento. “Un día a la vez”, me dijo. Y la vi empujar sin parar, animando a su familia y a sí misma. Finalmente, no le ganó a la enfermedad. Pero les aseguro que la transitó de la manera más humana y suave posible. Sin angustias y con confianza.
Muchos conocemos algún otro caso como el de María Luisa. Algunos los hemos vivido en primera persona. Pero, aun así, cada nueva situación incierta nos genera un nuevo asalto de miedo. Otra vez esa sensación de estómago vacío que reconocemos pero que no queremos admitir.
No te enfrentes al miedo como quien quiere ir contra una ola en el mar. Súbete a la ola del miedo y aprovecha su energía a tu favor. Si lo haces así, descubrirás cómo, el miedo fabrica coraje.