¿Y qué le dirías a alguien que quiere emprender y tiene miedo al fracaso? Solo fracasan los valientes. Sí, le diría eso. Sólo fracasan los valientes.
Esta frase no es mía. Es de mi amigo, Lucas Casas, ciclista de profesión y esquiador por afición del Valle de Arán en los pirineos catalanes. En la vida dura del ciclismo profesional, me contaba Lucas, que algunas veces se dice a si mismo que fracasar no es nada malo porque sólo pueden fracasar los valientes.
“Ignacio, muchas veces, por no decir la mayoría, no he conseguido mis objetivos o sueños, seguramente porque eran muy ambiciosos. Pero he avanzado mucho más que si no hubiera soñado llegar tan lejos”, me dijo Lucas
Ser emprendedor es exactamente lo mismo. Es apuntar a campeón mundial de ciclismo sabiendo que puedes fracasar, pero con la seguridad de que ganarás muchas carreras y que a algunos podios te vas a subir.
El emprendimiento no es fácil. No aparece tu sueldo ingresado en tu cuenta a fin de mes. No. Termina el mes y tienes que pagar todas las cuentas, y si queda algo, tienes para ti. En el emprendimiento el último en cobrar eres tu.
Pero la ilusión de estar construyendo algo de la nada. De impulsar un proyecto y ganar poquito a poquito es maravillosa. Creer y crear están a una letra de distancia. En el emprendimiento se empieza creyendo para avanzar creando. Pero sólo la convicción te da la fuerza para no cansarte.
En mi vida profesional he pasado por varios emprendimientos. Algunos exitosos. Otros no tanto. La verdad que no me arrepiento de ninguno y recuerdo con cariño todos. Incluso aquellos de los emprendimientos que fracasaron como el restaurante Manifiesto en Lima que lo cerramos antes de cumplir los seis meses de inaugurado.
El camino del emprendimiento requiere de una receta. Primero, debes tener un objetivo claro de lo que quieres hacer. Segundo, debes asignarle el tiempo necesario para hacerlo. No se hace emprendimiento con el tiempo libre. No. Hay que ser emprendedor a full time. Tercero, debes definir un indicador que muestre que vas avanzando. Por ejemplo, cumplir plazos, ventas, ingresos, etc. Cuarto, debes tener un mecanismo de control. Es decir, alguien que te pregunte sí vas avanzando y mire tu indicador. Un compañero o compañera de viaje que te ayude en el control de gestión. Y quinto, debes ser capaz de desenamorarte del proyecto cuando los indicadores muestran que no está funcionando para poder pivotar a otra idea y cerrar esa. Porque no hay peor error que quedarse anclado en el error.
Pero por encima de todo esto no puedes tener temor al fracaso, porque al final del día, sólo fracasan los valientes.