¿Y qué le dirías a alguien que empieza una nueva etapa en su vida? Cierra la puerta con cariño. Sí. Le diría eso. Cierra la puerta con cariño.
Esta frase la leí hace muy poco en Twitter y la verdad es que me encantó. Con los 280 caracteres que permite Twitter poco detalle venía de los motivos o momentos para usarla así que mentalmente la repetí varias veces y me fui sorprendiendo de lo valiosa que podía resultar.
Cuando era niño y discutía con mi madre, alguna vez salía de la habitación furioso y lanzaba un sonoro portazo. Mi madre me llamaba y me decía “vuelve a salir y a cerrar la puerta”. Era duro con el disgusto repetir el acto y hacerlo sin el sonoro portazo. Sin embargo, después de ello me sentía mejor y más aliviado que en el primero momento.
Cuantas parejas que conocemos o nosotros mismos hemos tenido alguna ruptura en la que hemos tirado la puerta. Dejamos de hablar con esa persona, nos mantenemos disgustados u ofendidos, y alimentamos cada día tristezas. Pero también conocemos parejas que habiendo roto siguen siendo grandes amigos. Que no tiraron la puerta, sino que la cerraron con cariño y alimentan alegrías.
Aplica lo mismo en nuestra vida profesional. En algún momento de nuestra vida, ya sea por nuestra decisión o por la de nuestro empleador, cambiamos de trabajo. Podemos dar un sonoro portazo, hablar mal de nuestro ex jefe o de la empresa en la que trabajábamos y enfocarnos en todo lo que existía y no nos gustaba, o podemos cerrar la puerta con cariño y quedarnos con los aprendizajes, con los momentos especiales, con la amistad de los equipos y con los años nuestros entregados en esa etapa.
Si somos emprendedores encontramos lo mismo, quizás rompemos con nuestro socio o simplemente cambiamos de giro. Quizá nos engañaron, fuimos estafados y hubo malos actos contra nosotros. ¿Damos portazo y nos vamos?, o cerramos la puerta con cariño poniendo el foco en lo valioso de esa etapa en nuestra vida.
La vida es un caminar por diferentes etapas. Conocer diferentes personas. Vivir en diferentes lugares. Una vez, en la residencia universitaria que vivía cuando era estudiante, me despedía de uno de los amigos más entrañables que había hecho en esa etapa con muy pocas probabilidades de vernos en el futuro. Recuerdo que me dio un abrazo muy largo y me dijo “la vida es un continuo de holas y adioses. Celebra los holas y deja ir con suavidad los adioses”.
Deja ir con suavidad cada despedida. Quédate cargado de las alegrías. Conserva con satisfacción los aprendizajes. Y cierra la puerta con cariño.