(Foto: GEC)
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Dijeron que su “mesías” andino resucitaría al tercer día pero eso nunca pasó, fallaron en su profecía de que el mundo acabaría en el 2000, visten túnicas de la época de Cristo y evitan cortar sus cabellos y barbas para no ir “contra la voluntad de Dios”.

Así son los seguidores del Frente Popular Agrícola del Perú (Frepap), el partido agrario, teocrático y mesiánico que, tras 20 años de ausencia en la política peruana, sorprendió al convertirse en las últimas elecciones, en medio de una atomización de partidos, en una de las fuerzas más importantes del Congreso, con el 8,25 % de la votación.

“Nadie aquí se esperaba esto. No pensábamos tener escaños, pensamos que no íbamos a superar la valla del 5% (de votos), como antes ha pasado”, señala a Efe Dolly Mitma, quien integra desde hace muchos años la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (Aeminpu), la organización eclesiástica sobre la que se funda el Frepap.

A pesar del éxito, sus representantes han mantenido el hermetismo, luego de que el pasado domingo, cuando se dieron los primeros resultados, su local en Lima fuera abarrotado por seguidores que llegaron para cantar y bailar.

En ese momento, los periodistas buscaron respuestas sobre las posibles alianzas políticas de los ‘israelitas’, como se les conoce popularmente, y su visión sobre temas como el enfoque de género o el matrimonio homosexual.

El lunes convocaron a una rueda de prensa y Wilmer Cayllahua, uno de sus candidatos electos, declaró que está en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo porque “son ciudadanos que están enquistados, en su corazón y sangre, con el mal”.

A partir de ese momento, los titulares de los medios de comunicación, propagados en redes sociales, y las reacciones de políticos y periodistas les hicieron darse cuenta de que no habían trabajado en “una posición institucional” y “que debían preparar un plan”, según refirió Mitma.

-El ‘Mesías de los Andes’-

La Aeminpu, conocida como el Movimiento Israelita, es una congregación religiosa fundada en 1968 por Ezequiel Ataucusi, un zapatero quechuahablante nacido en la región sureña de Arequipa.

Tras relacionarse con la Iglesia Adventista, Ataucusi impulsó su propia agrupación “con una especie de fusión entre la cosmovisión andina y la evangélica”, según explica a Efe el historiador Wilfredo Kapsoli, autor del libro “Guerreros de la oración: las nuevas iglesias en el Perú”.

“Ezequiel es de Huarhua, un pequeño pueblo de Arequipa, y piensa que ha recibido una revelación divina para que sea el mesías en el Perú, para que funde y busque la tierra prometida, en la que asocie también la imagen benigna del mundo de los incas”, detalla Kapsoli.

Ataucusi interpretó los textos bíblicos para asociarlos libremente con la realidad peruana y señalar que Perú es un “país privilegiado”, que fue escogido por Dios como el “nuevo Israel”, algo que infiere de “diversas señales en los textos bíblicos”, como la ubicación geográfica y el escudo del país.

También instauró en su congregación “valores de la cosmovisión andina, como el destino del hombre dado al trabajo, tanto en este mundo como en el otro”, por lo que se hizo común ver a sus seguidores dedicados a las faenas del campo.

Añadió, además, una narrativa inca muy ligada a un discurso de identidad que fue importante para la adopción de esta religión por miles de hombres y mujeres andinos que, marginados en medio de la migración del campo a la ciudad, la pobreza extrema y el conflicto armado de los años 80, necesitaban esperanza.

“El maestro nos habló, desde su púlpito, de la existencia de un inca barbón”, recuerda Mitma sobre la relación que decía tener Ataucusi con el pasado histórico de su país.

-Explotación, sembríos de coca y violaciones sexuales-

Ataucusi murió en junio de 2000 y cientos de sus seguidores esperaron durante tres días y medio a que resucitara, porque creían que era el mesías del Antiguo Testamento, pero cuando esto no sucedió tuvieron que sepultaron rápidamente.

Se trató de un duro golpe tanto para sus creencias como para su presencia política, que en 1995 les había permitido tener un congresista y en 2000 otros dos, pero no volvieron a ganar representación parlamentaria en 2001 ni en 2006.

Aunque también perdieron su inscripción electoral por baja votación, luego la recuperaron, pero pronto se vieron envueltos en acusaciones de explotación infantil, cultivos ilegales de hoja de coca y violaciones sexuales a menores.

Esta fue una “publicidad negativa” que “afectó mucho a su pueblo”, asegura Mitma, y que se sumó a la crisis interna generada, entre otros temas, por la división entre Jonás y Juan Ataucusi, dos de los hijos del líder.

-Fútbol y nacionalismo-

Si bien la información negativa mermó su arraigo popular, la irrupción de David Chauca, un miembro del Frepap que se hizo muy conocido como el “hincha israelita” por alentar a la selección nacional que clasificó al Mundial de Rusia 2018, se convirtió en el símbolo de la unión del país. Kapsoli remarca que “el Frepap ha sabido utilizar el tema del fútbol y la conciencia nacional a través del deporte” y que Chauca fue visto “también como amigo de los jugadores, como alguien inofensivo”.

Además, ante los casos de corrupción que implicaron a gran parte de la clase política, se hizo visible esta opción “que viene de abajo, de los sectores más populares, desarraigados” y que también “apuesta por la moral, la ética, por el trabajo, por la solidaridad, por el nacionalismo”, apunta el historiador.

Precisamente, Mitma afirma que no son “de izquierda, ni de derecha” sino “un partido humanista”, cuya prioridad “es el pueblo”.

Mientras sus dirigentes establecen su plan de trabajo en el Congreso, y una posición común en sus declaraciones, Mitma adelanta que sus “primeras propuestas tendrán que ver con la educación y la salud, porque no son de calidad en todo el país”.

“En la educación queremos que se implemente el civismo, porque vemos que no hay amor a la patria, todo está monopolizado, entonces eso queremos cambiarlo”, sentenció.

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