Con su hijo cargado en la espalda, Ana Cristina Sucño espera con dos tazones de plástico los tallarines con menudencias de pollo que almorzarán en una olla común para pobladores en una barriada en Lima. Es mediodía y esa será su única comida de la jornada.
Las patas, espinazos y sangrecita de pollo se han convertido en la principal alternativa alimenticia de las familias que participan en la olla comunal Corazón de Jesús en un país considerado por la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como el de mayor inseguridad alimentaria de América del Sur.
El menú austero y apenas nutritivo cuesta 0,37 centavos de dólar, en la misma ciudad donde las delicias de los reconocidos chefs Gastón Acurio o Virgilio Martínez, del restaurante Central de Lima, número uno mundial de la gastronomía según la clasificación británica Best Restaurants, cuestan US$ 330 por comensal.
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“Comer carne es un lujo, yo no compro carne. Lo que compro son menudencias de pollo”, dice a la AFP Sucño, una madre de 23 años que carga envuelto en una manta andina a su hijo de un año mientras espera en fila para recibir su ración diaria de alimentos.
“El gobierno se debe preocupar en generar más empleo con mejores salarios, así uno no va a sufrir tanto en la alimentación”, agrega.
La olla común se ubica en la cima de un cerro del populoso distrito de Villa María del Triunfo, con 459,000 habitantes. Para acceder hay que recorrer un camino enlodado y sinuoso, cubierto por neblina y llovizna.
“Es una absoluta paradoja que un país que produce alimentos, con una biodiversidad enorme, no los pueda consumir porque son caros. Es una tragedia tener esa riqueza gastronómica y no poder acceder a los alimentos que da el suelo peruano”, sentencia la representante de la FAO en Perú, Mariana Escobar.
Se multiplican las ollas
La olla común se volvió una de las caras de la pandemia ante el aumento de la pobreza a causa de las severas cuarentenas que cerraron la economía peruana dejando a miles desempleados. Solo en Lima surgieron unas 2,500 organizaciones de comedores comunales, atendiendo a un cuarto de millón de familias desde 2020.
“Nuestros hijos no se nutren. Las menudencias no las compramos por grandes cantidades, no alcanza el dinero”, lamenta Rosa Huachaca, de 39 años y madre de tres hijos de 3 meses, 5 y 18 años.
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Nacida en la región andina de Apurímac, Huachaca indicó que los niños y madres gestantes del barrio sufren de desnutrición y anemia por el bajo consumo de hierro y proteínas como la carne.
“En Perú a veces no se puede adquirir los alimentos y por eso los niños están viviendo en desnutrición”, señala Wendy Andrade, madre de 30 años con dos hijos de 9 y 3 años.
La olla comunal Corazón de Jesús funciona en una casa de madera con techo de hojalata, donde se preparan 90 raciones diarias para 23 familias. Ahí cada mañana dos mujeres prenden el fogón y arrojan cebollas, patas de pollo y fideos a una olla ennegrecida por el hollín de los maderos.
“Panorama sombrío”
A unos cinco kilómetros de los cerros polvorientos y densamente poblados donde se organizan las ollas comunes, la representante de FAO reitera la alerta que la organización lanzó en 2022 cuando advirtió que “Perú se había convertido en el país con mayor inseguridad alimentaria de Sudamérica”.
“El panorama es bien complejo, sombrío, en un país que tiene una economía en desaceleración y que crecerá poco este año. El fenómeno El Niño agrega otra razón para que la situación de Perú sea un caso preocupante en la región”, señala a la AFP Escobar, de nacionalidad colombiana.
Según el reporte, de los 33 millones de habitantes en el país, 16.6 millones de peruanos están en inseguridad alimentaria moderada y grave, cifra que duplica los ocho millones en esa condición en 2019.
La pobreza pasó de 20% en 2019 a 30% en 2020, cedió a 25.9% en 2021 pero subió a 27.5% en 2022, según el Instituto Nacional de Estadística (INEI), que cifró en 9.18 millones los pobres.
La FAO mide la inseguridad alimentaria en una escala que va de leve a grave, apelando a variables como falta de ingresos para obtener comida, no acceder a tres comidas diarias, subalimentación, anemia, obesidad o sobrepeso, entre otos factores.