Una mujer dentro de uno de los ojos de agua del acueducto de Cantalloc, construido hace unos 1,700 años cerca de la ciudad de Nazca. (Foto: AFP)
Una mujer dentro de uno de los ojos de agua del acueducto de Cantalloc, construido hace unos 1,700 años cerca de la ciudad de Nazca. (Foto: AFP)

Desde el aire asombran las espirales formadas en medio del desierto de por los “ojos de agua”, parte de un sistema precolombino de acueductos subterráneos que desde los sigue irrigando tres valles de la región de los famosos geoglifos de

Construidos hace unos 1,700 años cerca de la ciudad de Nazca, 450 km al sur de , los acueductos se esparcen como ramales formando un sistema de pozos y canales hechos con piedras y vigas de huarango, un árbol costeño peruano.

La obra es una maravilla de la ingeniería hidráulica puesta en marcha por pobladores de la antigua cultura Nazca y su preservación impulsó a las autoridades peruanas a proponerla a la como patrimonio de la humanidad.

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“Ahora sabemos que fueron construidos alrededor del año 100 a 200 después de Cristo, en pleno desarrollo de la sociedad Nazca”, dice el director del Plan de Gestión Nazca-Palpa del ministerio de Cultura, Johny Isla.

Esta civilización se desarrolló en la costa sur de Perú y a ella se le atribuyen también las misteriosas y famosas líneas de Nazca, cuya elaboración es posterior a los acueductos.

“Son contemporáneos ambos y fueron hechos por la misma sociedad”, sostiene Isla.

“Único en Sudamérica”

De los 42 acueductos de Nazca, 29 todavía transportan el agua desde los nevados y ríos hacia las tierras de cultivo donde se siembran papas, algodón, verduras y árboles frutales.

El sistema acarrea unos 18 a 20 litros de agua por segundo y actualmente beneficia a unas 900 familias de pequeños agricultores de tres valles de Nazca, principalmente para sus cultivos. Pagan unos 120 soles anuales (32 dólares) a una entidad local.

“Nos sirve para poder regar todos los campos agrícolas”, cuenta el campesino Nicolás Quispe, de 39 años, quien mantiene su chacra de papas con agua del acueducto de Ocongalla.

“Es único en todo Sudamérica”, destaca Isla mientras recorre con un equipo de la AFP el acueducto de Cantalloc, resguardado por el geoglifo de un felino que parece vigilar desde un cerro vecino el curso del agua subterránea.

Las piedras de los canales son de canto rodado y están colocadas de manera que filtra el agua en los pozos, cuya profundidad es de hasta 15 metros.

“Sin este sistema, no hubiese sido posible una civilización como la cultura Nazca”, aseguró el arqueólogo Abdul Yalli tras recalcar que los ríos de la zona están secos casi todo el año.

“Ojos de agua”

Los pozos son considerados una gran obra pública milenaria.

“Esta es una obra de arte, de arquitectura y de ingeniería. Estos son canales de piedra que siguen funcionando y que para poder construirlos evidentemente había que remover millones de toneladas de arena, hacer el canal y volver a cubrirlo”, destacó el español Jorge López-Doriga, director de Comunicación del , la multinacional peruana que apoya a las autoridades locales en la puesta en valor de esta obra hidráulica.

Los acueductos de Nazca están en la lista indicativa de la Unesco para ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad tras ser inscrito en 2019.

“No existe en otro lugar este tipo de acueductos que son como unos espirales”, indicó Ana María Cogorno, presidenta de la Asociación Internacional María Riche, que trabaja difundiendo el valor de las líneas de Nazca.

Las , Patrimonio de la Humanidad desde 1994, son según la Unesco “el grupo de geoglifos más destacado del mundo y son incomparables en extensión, magnitud, cantidad, tamaño y diversidad con cualquier otro trabajo similar en el mundo”.

Se trata de una serie de figuras geométricas y de animales gigantes realizadas en medio del desierto que solo pueden ser apreciadas desde el cielo, y su significado todavía es un enigma: algunos investigadores las consideran un observatorio astronómico y otros un calendario.

Fuente: AFP

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