El precio más alto jamás registrado por el cacao es la motivación que han encontrado los productores peruanos de este fruto para aumentar sus cosechas. Para aprovechar este momento, una escuela de campo les enseña técnicas ecológicas que mejoren sus cultivos en unos suelos en los que hace décadas abundaban las plantaciones de coca.
En un rincón de la Amazonía peruana, un día asolado por Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), la violencia ha dado paso a la tranquilidad y la calma ha abierto paso a las escuelas agrícolas.
Forma parte del distrito de Pajarillo, ubicado en el departamento amazónico de San Martín, donde una gran explanada rodeada de palmeras y cultivos de cacao acoge las clases en una zona que a finales del siglo pasado estaba plagada de cultivos de coca.
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Poco a poco, los productores de cacao van llegando en moto o mototaxi (triciclo motorizado) y se sientan en bancos de madera bajo un enorme árbol peliperro dispuestos a aprender lo máximo posible para mejorar sus cosechas.
“Hemos tenido bastante decadencia en las plagas y en las enfermedades (...) Hace dos años, incluso nos daban ganas de abandonar las parcelas y muchos las vendieron, las dejaron y apuntaron por otros productos (...) Aprovechando el precio que tenemos hoy en día, la producción es mucho mejor”, dice contento el agricultor de cacao Milton Coronel Campos.
Esta escuela rural, impulsada por PERU-Hub, un proyecto promovido por la Universidad Nacional Agraria La Molina y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), forma a grupos de productores para mejorar su calidad de vida.
Durante ocho meses y dos clases mensuales que combinan la teoría y la práctica, la clave del éxito del producto es que los agricultores apliquen estos conocimientos en sus propios cultivos.
Roy Ríos, especialista en extensión del proyecto, explica en el descanso de la clase que la productividad del cacao ha sido tradicionalmente muy baja por el ataque de plagas y el bajo precio del mercado.
Cuenta que la gran mayoría estaba abandonando sus cultivos, pero con el ingreso de esta iniciativa, les ayudaron a entender que con un buen manejo y conocimiento podían mejorar sustancialmente su calidad de vida.
“Primero tenían que rehabilitar esas fincas que tenían un poco abandonadas y luego, ya con el conocimiento, ellos van a implementar las prácticas culturales de manejo, la fertilización y con eso va a ir incrementando esa productividad. Con el precio actual, ellos están sonriendo de oreja a oreja”, sostiene Ríos.
En el primer trimestre de 2024, las exportaciones peruanas de cacao en grano han alcanzado un valor de US$ 78 millones, lo que supone un 108,4% más que el mismo período del año anterior, según cifras de la Asociación de Exportadores (ADEX).
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Clases diferentes
Los US$ 10,000 por tonelada por los que actualmente se vende el cacao, el mayor precio de su historia, ha provocado que agricultores de todas las edades se tomen realmente en serio esta escuela, a la que acuden religiosamente con sus cuadernos y participan con la ilusión de capacitarse.
Janet Coronel, quien tiene su pequeño campo de cultivo, relata que lleva dos meses atendiendo a las clases y que por el alto precio del fruto está interesada en aprender cómo cuidar mejor de sus árboles.
“Avanzamos en (conocer cómo) controlar las plagas, en que la planta esté cultivada, que tenga un rendimiento en producción para así incrementar los ingresos cada día”, dice bajo un sol abrasador.
Ríos incide en que no son clases tradicionales, sino que el proyecto busca que sean lecciones participativas en las que los agricultores compartan sus conocimientos y experiencias, y que, sobre todo, tengan un componente práctico.
Esta capacitación, que incide en el componente sostenible del manejo agrícola y los mayores ingresos que estos están obteniendo, no son solo un alivio monetario para el presente, sino que les ayuda a cuidar sus cultivos a largo plazo, soñar con ampliar sus negocios o una mejor jubilación.
Coronel, madre soltera de una niña discapacitada, explica que, al estar generando más ingresos, le gustaría producir chocolate, ya que es un negocio más beneficioso, pero expresa que está trabajando para intentar conseguir una mejor calidad de vida en su vejez.