Foto: Andina
Foto: Andina

Dos osamentas de unos 3,000 años de antigüedad de los primeros entierros de humanos en el valle de Cusco fueron descubiertas por arqueólogos peruanos, informó este miércoles el ministerio de Cultura.

Los hallazgos fueron hechos en la zona arqueológica de Marcavalle, en el valle de Cusco, que fue la capital del imperio inca que se desarrolló en los siglos XV y XVI, en el sureste de Perú.

"El primer entierro es de una persona menor de 20 años, quien fue rodeada por una estructura de piedras y cuya osamenta se halló flexionada con modificaciones cefálicas", dijo la arqueóloga Luz Marina Monrroy, jefa de la investigación, citada en un comunicado

El segundo corresponde a la osamenta completa de una persona joven, hallada en posición extendida lateral, a pocos metros del primer entierro.

"Estos hallazgos corresponden a la época formativa, es decir, aproximadamente 1,000 años antes de Cristo, lo cual confirma que Marcavalle contiene los primeros entierros humanos registrados en el valle del Cusco, siendo su primer asentamiento", sostuvo la arqueóloga.

Cerca del Cusco se encuentra la ciudadela inca Machu Picchu, el principal centro turístico del Perú, a 2,430 metros de altura, en la cordillera oriental.

Los especialistas también hallaron entierros de camélidos sudamericanos, que se trataría de una ofrenda en pozo circular, la más antigua hallada en el Cusco.

Monrroy dijo que encontraron evidencias de lo que sería un taller lítico, caracterizado por artefactos de piedra y molienda en proceso de trabajo, segmentos de arquitectura compuestos por recintos, muros de piedra y restos de una plataforma elevada, que provienen de la misma época.

Además, fueron hallados fragmentos de cerámica decorada, pintada y con incisiones que muestran rostros humanos, aplicaciones en asas de vasijas, instrumentos de hueso, restos carbonizados de productos agrícolas, morteros de piedra y piezas metálicas de uso doméstico.

Hace un año, los investigadores descubrieron en Marcavalle un muro de siete metros de diámetro, que habría servido de vivienda y para rituales de los primeros habitantes que ocuparon el valle del Cusco, según Monrroy.