
Escribe: Luis Mendiola Contreras, profesor de Finanzas de ESAN Graduate School of Business
(15 de diciembre del 2025) Estamos a mitad de diciembre con un tipo de cambio estable, en el rango de S/3.36 a S/3.39, lo que refleja un mercado que aún respira con normalidad. En lo que va del mes, el dólar global ha perdido impulso después de que los inversionistas asumieron que la Reserva Federal seguiría con un tono más acomodaticio, no solo por el recorte reciente, sino por la expectativa de que el ciclo se prolongará hacia el 2026. El sol recoge esa mezcla de debilidad externa y orden interno con una apreciación lenta, sostenida en intervenciones oportunas del Banco Central que evitan movimientos que luego podrían revertirse de forma abrupta.
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La caída del S&P 500 antes de la decisión de recortes de tasa de la Fed (por tercera vez consecutiva), reflejó un ajuste táctico: menor apetito por riesgo y búsqueda de liquidez en un momento en que los operadores esperaban claridad sobre el ciclo monetario. Ese mensaje no generó un rally inmediato. Más bien consolidó la idea de que la actividad estadounidense se mueve hacia una fase menos dinámica y que la política monetaria será usada como amortiguador frente a un crecimiento que ya no sorprende.

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Los rumores sobre la llegada de un aliado político de la administración Trump a la Fed reforzaron la idea de un banco central más intervencionista, con menor resistencia frente al poder político. Para el mercado, eso implica un riesgo concreto: si la independencia de la institución se percibe debilitada, los activos refugio ajustan de inmediato su precio. Esa lectura ganó fuerza cuando se confirmó que la Fed iniciará compras de letras del Tesoro en diciembre. El monto es pequeño, pero el gesto importa. En un entorno de liquidez limitada, cualquier señal que apunte a una relajación del balance actúa como un disparador.
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En los días previos a la decisión de la Fed, oro y plata reaccionaron con fuerza: el primero avanzó de forma constante y la segunda saltó a niveles récord, reflejo de un mercado que busca refugio cuando percibe que la política monetaria pierde anclas claras. Ese mismo clima reactivó el interés por criptoactivos, alimentado por la idea de que un ciclo prolongado de debilitamiento del dólar podría favorecer activos no dependientes de tasas reales. Aunque esta discusión sigue en los márgenes, muestra por qué la demanda por alternativas gana espacio cada vez que el dólar cede terreno.
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A nivel local, el sol mantiene un comportamiento estable. El mercado interbancario se mueve cerca de S/3.37, y los precios oficiales se alinean entre S/3.35 y S/3.36. No hay presión corporativa visible, y el canal financiero opera con flujos normales. Las intervenciones del Banco Central continúan bajo la lógica de recomponer reservas: compras puntuales cuando el tipo de cambio cae, acompañadas de instrumentos de corto plazo que administran liquidez. El objetivo es evitar que el sol se aprecie demasiado rápido en un entorno en el que el dólar pierde tracción.
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Las exportaciones siguen siendo un soporte. Aunque no hubo actualización sectorial detallada durante estas semanas, la tendencia acumulada de crecimiento mantiene una oferta estable de divisas. Con un superávit comercial sólido y sin shocks internos, el tipo de cambio peruano permanece más influido por señales externas que por dinámicas locales.
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Con ese contexto, los escenarios para lo que resta de diciembre y para el inicio de enero de 2026 se pueden reorganizar.
Escenario base: estabilidad con sesgo apreciatorio suave
Si la Fed mantiene un tono prudente y los mercados procesan sin sobresaltos el inicio de compras de letras del Tesoro, el dólar debería moverse en un rango lateral, pero con episodios de debilidad cuando aparezcan datos de actividad más flojos. En Perú, eso implicaría un tipo de cambio entre S/3.35 y S/3.39 durante las próximas semanas. El Banco Central seguirá interviniendo de forma selectiva, sosteniendo la trayectoria sin permitir una inclinación excesiva hacia abajo.
Escenario optimista para el sol: apreciación más marcada.
Si los indicadores de inflación y actividad de fin de año confirman desaceleración en Estados Unidos, y si los mercados interpretan que el recorte previsto para el 2026 podría adelantarse, el dólar podría perder soporte. La plata y el oro ya actúan como señales adelantadas de ese patrón. En ese caso, el tipo de cambio en Perú podría acercarse a S/3.32 a S/3.34, especialmente en días de mayor flujo exportador. El riesgo interno es que se formen expectativas de dólar barato que luego sean difíciles de revertir.
Escenario adverso: rebote del dólar
Si las tensiones políticas aumentan o si el mercado interpreta que la Fed enfrenta límites para seguir reduciendo su tasa, el dólar podría repuntar. La sensibilidad de los mercados a cambios en la composición del directorio de la Fed también podría generar episodios de aversión al riesgo. En ese entorno, el tipo de cambio peruano podría moverse hacia S/3.40–S/3.45 en jornadas puntuales, sin perder, sin embargo, la estabilidad general del rango.
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El cierre de diciembre y el inicio de enero llegan con menos claridad de la prevista. La economía global avanza con señales mixtas y una política monetaria más suave, mientras persiste el nerviosismo por la dirección futura de la Fed. El sol se sostiene por fundamentos locales, pero su margen dependerá de cuánto dure este ciclo de dólar débil y de cuánto ruido genere un año electoral en Perú, donde la confianza es frágil y cualquier sobresalto puede trasladarse al tipo de cambio.







