Director Ejecutivo para América Latina y el Caribe del Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas
Reducir el consumo de azúcar y calorías es una meta común que compartimos las personas, las autoridades de salud, los gobiernos y la industria de bebidas. En el caso de la industria, el centro de su operación se ha enfocado en este propósito a tal punto que realmente se ha transformado el panorama en relación al consumo y la oferta.
En la década del 60 se iniciaron los esfuerzos para ofrecer bebidas sin calorías y sin azúcar. A partir de entonces, se ha transitado un camino que transcurre entre la inclusión de nuevos sabores, la aceptación por parte del consumidor y las barreras tecnológicas que pueden afectar las ambiciones de reformulación.
Durante los últimos años y a fin de alcanzar la meta, las empresas de bebidas han implementado medidas que van desde modificar las recetas para reducir los porcentajes de azúcar, hasta desarrollar opciones con diferentes niveles de dulzor sin calorías o bajas en ellas.
Esto se ha complementado con el aumento en la disponibilidad y la variedad de tamaños de los envases para facilitar la selección de las bebidas que más se amolden a nuestros estilos de vida, gustos y necesidades, así como con información clara de composición nutricional y pautas de mercadeo responsable.
Los resultados de estas acciones que pretenden apoyar los esfuerzos comunes son concluyentes: el consumo de azúcar y de calorías provenientes de las bebidas no alcohólicas se redujo, en América Latina y el Caribe, desde el año 2000 hasta el 2020, en 18.6% y 15.4% respectivamente. Además, la participación de mercado de bebidas bajas en azúcar y calorías pasó de 7.7% en el 2000 a 23.8% en el 2020. Asimismo, se espera que para el cierre de 2022 se alcance el 24.8%, conforme lo reporta la consultora inglesa de inteligencia y análisis de datos Global Cata con cifras públicas, estatales y de venta de los países de nuestra región.
Este proceso gradual nos permite sostener que el panorama de las mesas, las refrigeradoras, los anaqueles de las tiendas de barrio y los pasillos de los supermercados en América Latina ha cambiado, y que cada vez más las bebidas son una menor fuente de azúcar y calorías en nuestra dieta.
Aún tenemos un largo camino por recorrer si queremos abordar de manera efectiva los retos que, como región, padecemos en materia de malnutrición, hambre, ausencia de potabilidad y deficiencias nutricionales, por mencionar solo algunos. Desde el sector de bebidas ratificamos nuestro compromiso de ser parte de la solución con acciones reales y de aportar en positivo.