
Escribe: Rodrigo Isasi, managing partner en Empathy.
“Los sueños al principio parecen imposibles, luego parecen improbables, pero finalmente cuando nos comprometemos, se vuelven inevitables”, esta frase de Ghandi ilustra el camino de la innovación. Hacer que un sueño, hasta ese momento imposible, se vuelva parte de nuestra realidad. Sin embargo, no es un camino intuitivo en las empresas establecidas, menos aún en las exitosas, con modelos de toma de decisiones y alocación de recursos, diseñados para replicar el éxito conseguido. Por el contrario, en el emprendimiento, el modelo está motivado para encontrar una nueva manera de crear valor.
Esta convivencia de incumbentes y retadores genera dos tipos de dinámicas, según Clayton Christensen: la competitiva y la disruptiva. La competitiva se da cuando los retadores operan bajo el mismo modelo de negocio de los incumbentes, pero enfocándose en una nueva necesidad, ya sea por especializarse en un segmento desatendido o por crear una funcionalidad que hasta hoy no les daban a sus clientes. Esta dinámica, en el mediano plazo, lleva a que los incumbentes líderes se pongan al día y mantengan su competitividad y a que los menos eficientes salgan del mercado o amplíen aún más la distancia versus los líderes, como se ve en el mundo financiero, consumo masivo y en el retail.
La disruptiva, sin embargo, implica la presión por variar totalmente el modelo de negocio, lo que cambia totalmente el panorama de jugadores del sector, como estamos viendo en el entretenimiento y los medios. El resultado para los clientes ya no solo es una mejor oferta, sino un impacto significativo en un aspecto de sus vidas.
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Estas dinámicas no solo me parecen fascinantes porque le dan cierta adrenalina a la actividad empresarial, sino porque, en su mejor versión, tiene el potencial de ser el motor del crecimiento de la economía y de la reducción de brechas de la sociedad. Esto último es lo que explica el trabajo de Mokyr, Aghion y Howitt, economistas reconocidos con el Premio Nobel 2025.
Mokyr enfatiza sobre cómo la innovación permite escapar del destino de rendimientos decrecientes al sostener un proceso continuo de creación y reemplazo. Y Aghion y Howitt, en el impacto del crecimiento llevado por la innovación, sobre todo en países que tienen las condiciones que incentivan la creación y sostenibilidad de los retadores. Estos trabajos adquieren especial importancia el día de hoy con el desarrollo de la IA, porque según Mokyr el crecimiento llevado por la innovación se acelera especialmente en momentos de la historia donde hay un un mayor feedback entre el desarrollo tecnológico y el trabajo científico, como efectivamente se está dando en este campo.
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¿Qué implicancias tiene para las empresas de nuestro país?
Primero, prepararnos para una mayor intensidad competitiva con jugadores globales que traen ventajas e incentivos muy difíciles de igualar. Luego, colaborar o generar alianzas que nos permitan adoptar los avances tecnológicos apuntando a hacer leapfrogs más que catch-up tecnológico. Y, finalmente, crear ventajas como país, tomando como desafío hacer inevitable el sueño de generar disrupciones que atiendan las brechas de condiciones de vida de la población más necesitada, que es la mayor parte de la población mundial.









