Por Pilar Olivo y Natalia Manso
“Para hacer frente a los inmensos desafíos del siglo XXI nos hace falta la ciencia y toda la energía necesaria y, por ello, el mundo no puede privarse del potencial, la inteligencia y la creatividad de los miles de mujeres que son víctimas de desigualdades o prejuicios tan arraigados”, señaló Audrey Azoulay, directora General de la UNESCO, por el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia 2020
La pandemia ha demostrado la poca atención que se brinda a la ciencia en nuestro país. A ese déficit de atención nos toca incluir el escaso acceso a oportunidades, y a este acceso de oportunidades sumarle el contexto de crisis e incertidumbre. Un ámbito en el cual se reflejan claramente estas falencias es en las carreras STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics, por sus siglas en inglés).
La ciencia, tecnología e innovación son pilares claves para el desarrollo sostenible e íntegro de un país, ya que nos permite empoderar, reconocer y optimizar procesos que permitan una capacidad de respuesta efectiva ante los nuevos entornos. La pandemia generada por el COVID-19, es una gran prueba de ello.
Dentro de este alto potencial de crecimiento y revalorización de la ciencia, es importante analizar que la problemática de acceso a oportunidades de investigadores entre los hombres y las mujeres, sigue siendo amplia. Según la UNESCO, menos del 30% de investigadores científicos en el mundo son mujeres, mientras que, según el último registro en el Directorio Nacional de Investigadores e Innovadores, en el Perú el porcentaje de las mujeres dedicadas a la ciencia, tecnología e innovación llega al 34%.
Según Ana Luna, profesora de Ingeniería de la Universidad del Pacífico, “las cifras nos demuestran que tenemos mucho trabajo pendiente y acciones a realizar para disminuir la brecha de oportunidades entre géneros y promover la participación de la mujer y la niña en ciencia y tecnología. Es fundamental y necesario para tener una visión más inclusiva con una diversidad de enfoques en investigaciones, desterrando así los estereotipos de género”.
En su reciente discurso, Azolulay, señaló que la publicación de la UNESCO “I’d Blush if I Could” se demostró que las niñas y las mujeres tienen hoy cuatro veces menos probabilidades que los hombres de adquirir las competencias digitales básicas, que serán esenciales en el futuro.
Para Natalia Manso, química y profesora de la Pacífico Business School, motivar a las adolescentes, mostrar modelos donde se puedan mirar y facilitarles mentorías desde edad escolar puede ayudar a promover la igualdad de género en la ciencia. Espacios como “EllaCreaCode”, una iniciativa peruana que busca despertar el interés en las niñas para que se involucren en temas de ciencia y programación, son claros ejemplos de que, rompiendo estereotipos de género desde la infancia, podemos impulsar la presencia de las jóvenes en todos los espacios académicos, económicos y sociales.
-Reconocimiento y oportunidad-
Las cifras de mujeres dedicadas a la ciencia, tecnología e innovación no son el único reto que se debe superar. El porcentaje de mujeres dentro de la propia comunidad científica afronta otros obstáculos importantes: reconocimiento y oportunidad.
La Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas lanzó la iniciativa #NoMoreMatildas con el propósito de denunciar las consecuencias del Efecto Matilda, un término utilizado por primera vez por la sufragista y abolicionista Matilda Joslyn Gage en su ensayo, «La mujer como inventora».
¿En que consiste? El Efecto Matilda se conoce como el prejuicio en contra del reconocimiento a los logros de las mujeres científicas, generalmente atribuido a sus pares masculinos. Un prejuicio que se ve plasmado de forma sistemática a lo largo de la historia.
“Simultáneamente con el surgimiento de las universidades, se excluyó a la mujer de su educación universitaria. Si bien su legado no ha podido ser invisibilizado, su reconocimiento ha sido escaso; no es casual que sólo 4 mujeres hayan sido galardonadas con el Premio Nobel de Física, 7 con el de Química y 12 con el de Medicina”, señala Luna.
Esfuerzos articulados
Es importante destacar que en los últimos años, los espacios de participación de mujeres y niñas en la ciencia están en continuo crecimiento, sin embargo, aún queda un largo camino que recorrer. Un proceso que debe contar con el esfuerzo conjunto del sector público, sector privado y la academia.
Para la investigadora Ana Luna, la formación y capacitación de las carreras STEM tiene altas demandas en varios sectores que la mujer podría cubrir, y para las empresas, sería muy tentador contar, por ejemplo, con leyes que contemplen beneficios tributarios por contratación de mujeres.
Otro desafío pendiente es generar alianzas estratégicas entre la academia y la industria. “El beneficio podría verse reflejado en una disminución del riesgo tecnológico, un aumento en la inversión I+D y una oportunidad para la incorporación del género femenino y luego su continuidad en el ámbito laboral. Estas acciones consolidarían un desarrollo económico y social sostenible para el Perú, fortaleciendo el empoderamiento de la mujer y la disminución de la brecha de género”, concluye.
La pandemia generada por el COVID-19 ha golpeado muchos sectores de nuestro país, provocando pérdidas de empleos, acrecentado las brechas de desigualdad en la educación, así como el aumento de la jornada diaria de mujeres y niñas en todo el país. Sin embargo, nos ha servido también para poner en valor la ninguneada ciencia, la cual ha demostrado ser más solidaria, colaborativa y trascedente que la política, y cuyos miembros han trabajado día y noche para salvar nuestras vidas.
Lecturas, historias y testimonios inspiradores desde edades tempranas pueden ser el catalizador para acelarar una maravillosa reacción química entre las niñas y la ciencia que de como producto final el desarrollo de todo el talento femenino al servicio del progreso, el cuidado del planeta y el acceso a una vida digna para toda la humanidad. En el próximo cumpleaños de su hija, regálele un libro infantil como “Mujeres con Historia” de editorial Libsa, o “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes” de Planeta. Que aparquen un rato a sus youtubers favoritas para sumergirlas en las hazañas de Marie Curie o Jane Goodall.