Miguel Cardozo, presidente de PERUMIN 36
Los resultados del ranking Fraser 2022 reflejan lo que la industria minera ha venido advirtiendo hace años. Necesitamos recuperar nuestra competitividad minera. De lo contrario, los inversionistas destinarán su capital a otros países para explorar y construir nuevos proyectos.
Decir que el Perú ha mejorado en este ranking no es exacto, aún cuando hemos subido algunas posiciones. Ello ha ocurrido porque a comparación del 2021, el número de países analizados para esta edición ha disminuido en más del 25%, y Argentina, Chile y México han tenido caídas significativas, resultando por debajo del Perú.
Desde el 2018 hemos experimentado una caída en la mayoría de criterios de evaluación, pasando de un puntaje general de 81.55 a 60.68 (sobre 100). Y si analizamos el criterio de percepción política, que evalúa la estabilidad de las condiciones de inversión, nuestro puntaje de 79.66 en el 2018, apenas alcanzó un 33.84 en el 2022. El rubro que impide una mayor caída del puntaje promedio es la atracción geológica que bajó de 82.81 a 78.57 entre los mismos años.
La mala percepción política de los encuestados es la causa principal de nuestro retroceso. En los últimos años hemos sido testigos de una constante inestabilidad, que ha generado desconfianza en los inversionistas. Ello por la falta de predictibilidad sobre las normativas, la promoción de políticas públicas para la inversión y la alta rotación en las entidades del Estado, que ha afectado la evaluación de trámites y permisos, haciendo más engorrosa nuestra burocracia.
A manera de ejemplo, el MINEM se demoraba 4 meses (como máximo), para conseguir el otorgamiento de concesiones una vez presentado un petitorio. Actualmente se necesitan 14 meses para conseguir ese título, el cual solo otorga el derecho prioritario para efectuar trabajos de exploración y explotación minera en las áreas concesionadas, sujetos a permisos ambientales y sociales específicos.
La obtención de los permisos ambientales está sujeta al concepto del “silencio administrativo negativo”, que impide al solicitante reclamar por el cumplimiento de los plazos estipulados en las normas ambientales. Por ello, la obtención de estos permisos puede tomar entre 18 y 24 meses y, en algunos casos hasta más de 4 años.
Plazos muy largos, si tenemos en cuenta que de 1,000 prospectos, sólo 100 alcanzan la etapa de perforación exploratoria y apenas 1 de ellos llegará a convertirse en una operación minera.
Como industria, hacemos un llamado a las autoridades y también ponemos sobre la mesa algunas alternativas de solución. La primera, y como lo hemos dicho, el trabajo articulado entre los actores que convergen en el sector (Estado, empresas y comunidades) es importante en aras de mantener un clima de paz, generar desarrollo sostenible e impulsar sectores clave para la población.
Otro punto vital es la urgencia de aprovechar los recursos que brinda la minería para abordar las necesidades de la gente. La ejecución de obras por impuestos, proyectos en alianza con el Estado y el uso de fondos sociales, permitirá que se geste el tan ansiado desarrollo territorial, sobre todo en las zonas más alejadas del Perú.
“No crezcamos hacia abajo”. Veamos los resultados de este ranking como un llamado a la acción para nuestro sector. Es preponderante que las medidas sean tomadas ahora y así asegurar que la industria minera tenga un futuro próspero y sostenible en los años venideros.