Reconocidos profesionales han analizado el mensaje presidencial y han concluido en aspectos claves. Esta columna quiere mencionar al elefante en la habitación, aquel que todos ven, pero del que nadie habla (tan abiertamente).
Baja ejecución de obras públicas, complejidad de trámites para la obtención de títulos, autorizaciones y licencias para acceder al mercado, realizar inversiones y desarrollar actividades económicas con normalidad –lo que supone a su vez un incremento de costos–, pobre planificación y estructuración de proyectos de inversión, falta de capacidad para evaluar riesgos y formular planes de prevención y contención para enfrentar desastres naturales, son algunos problemas que tienen un común denominador: la falta de capacidad de los gobiernos subnacionales para ejercer sus funciones.
El discurso por Fiestas Patrias ha propuesto varias medidas que buscan atender problemas que en muchos casos recaen en las autoridades regionales y locales y que no han podido abordar. Ante la falla de estas autoridades, el Gobierno nacional se ve en la necesidad de disponer recursos, crear programas, reglamentos, nuevas entidades o cualquier otro esquema de soporte, duplicando funciones, generando más procesos –o volviéndolos más engorrosos y complicados–, engrosando el Estado e incrementando los costos para todos los peruanos.
Para muestra, dos botones. Las municipalidades tienen competencias para otorgar licencias de funcionamiento. Dentro de este procedimiento se realiza una inspección técnica de seguridad, pero como no pueden asegurar que los inspectores poseen las cualificaciones necesarias, el Gobierno nacional soporta esta función a través de un registro. Existen programas para impulsar el desarrollo de infraestructura que debieron tener una temporalidad definida y que aún permanecen, y se ha creado una nueva autoridad (Autoridad Nacional de Infraestructura). A la par se han adoptado un sinnúmero de regulaciones y lineamientos para apoyar en la ejecución de los gobiernos subnacionales, sin que se obtengan los resultados esperados.
Como país, hemos querido impulsar la descentralización de una manera irreal, sin generar las condiciones apropiadas para que los gobiernos subnacionales atiendan de manera efectiva las necesidades de la población. En el discurso presidencial se mencionó que se buscará mejorar la gestión regional y la inversión pública a través un nuevo régimen del Servicio Civil –régimen que no ha funcionado todavía en el Gobierno nacional–. Sin embargo, la generación de gerentes públicos, si bien es importante, no necesariamente tendrá como resultado un mejor desempeño de los gobiernos subnacionales.
El fracaso de las instituciones subnacionales es percibido por la sociedad como el fracaso del Gobierno central y se generan cuestionamientos sobre las capacidades que tiene el Estado de afrontar los problemas nacionales. ¿Es necesario que todas las funciones que tienen actualmente los gobiernos subnacionales sean ejecutadas por estos? Si la finalidad es que la población acceda a servicios de manera efectiva y desarrolle sus actividades económicas sin problemas, ¿no deberíamos considerar como regla a la eficiencia y ponderar cuándo una función debe recaer en un gobierno subnacional sobre la base de su capacidad? Este es el debate postergado, este es el elefante en la habitación.