ESG en el 2024: Regulaciones y retos

En primer lugar, el terreno regulatorio seguirá siendo el centro de atención para empresas e inversionistas que deben prepararse para cumplir con las nuevas exigencias, lo que incluye una creciente supervisión para evitar el ‘greenwashing’. Según la empresa de gestión de datos ESG Book, la regulación ESG ha aumentado un 155% en la última década y se espera que aumente, en busca de mayor transparencia y canalización de capital hacia actividades consideradas sostenibles.

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En el Perú, por ejemplo, se ha trabajado en la Hoja de Ruta de Finanzas Verdes y se espera que pronto contemos con una taxonomía verde (sistema de clasificación de inversiones y actividades económicas sostenibles). Por su parte, la regulación europea ha incrementado los requisitos de trazabilidad para ciertos productos, lo que incluye algunos productos de exportación peruanos. Asimismo, debemos estar atentos al ritmo de adopción en los diferentes mercados internacionales de la norma ISSB de sostenibilidad, que puede marcar un hito en cuanto a los estándares globales de divulgación de sostenibilidad para información financiera.

Adicionalmente, deberíamos procurar que los esfuerzos por incluir los riesgos climáticos en la gestión integral de empresas e inversionistas continúen, no solo por los compromisos asumidos a nivel global para mitigar el cambio climático, sino también por los recurrentes desastres naturales que nos vienen afectando y que siguen poniendo en evidencia la necesidad de trabajar en adaptación. El último Reporte de Riesgos Globales 2024 del World Economic Forum señala los eventos climáticos extremos como el factor que más puede generar una crisis material a escala mundial. Basta con ver nuestra realidad, dado que en el Perú hemos sufrido los embates de eventos climáticos como el ciclón Yaku a inicios del 2023 y el fenómeno de El Niño.

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Además, ha tomado mucha importancia el enfoque en la biodiversidad y naturaleza por su interrelación con el clima y por los riesgos que implicaría su colapso en las actividades que generan tanto las compañías como los inversionistas. En la misma línea, la creciente digitalización y el crecimiento de la inteligencia artificial presentan diversas oportunidades para obtención y análisis de data, pero también riesgos, como asegurar la privacidad de la información.

En general, hay que reconocer que, con los cambios estructurales que venimos observando en el mundo, tanto en el ámbito climático como tecnológico y social, no es lo más recomendable continuar haciendo las cosas de la misma manera sin adaptar nuestras estrategias, procesos y análisis para incluir estas nuevas oportunidades y desafíos, independiente de si queremos usar el término ESG o no.