Docente de la Universidad de Lima
“El Puente de Londres ha caído” fue la frase críptica que recibió la primera ministra del Reino Unido de aquel entonces, Liz Truss, que le anunciaba el fallecimiento de la reina Isabel II. Aquel 8 de septiembre de 2022, el Reino Unido y el mundo se enteraron de la muerte de la longeva monarca, cuyo reinado había celebrado tan solo meses atrás el histórico Jubileo de Platino (70 años). Una vez trascendida la noticia, entró en marcha la Operación Puente de Londres.
Durante los siguientes días se fueron revelando los detalles de las exequias de Isabel II, el primer funeral de un monarca británico —con excepción de sus consortes— desde 1952. El mundo entero observó a las diversas personalidades que participaron de las ceremonias oficiales, así como también de aquellas abiertas al público. Mientras que muchos manifestaban su aprecio y gratitud a la fallecida Isabel, otros, aunque más escépticos de la institución monárquica, no dejaron de destacar su vocación de servicio y dedicación con el país. Sin embargo, si hay algo que aún hoy caracteriza a la cultura británica es el apego a las tradiciones, en virtud de lo que, el espacio del monarca, nunca vacío, fue ocupado por Carlos III. El día en el que falleció Isabel II fue también el día de ascenso (Accession Day) del sucesor. La institución no se detuvo y, tras los funerales, vinieron los planes para la coronación.
Mientras se ultimaban los preparativos para la entronización de Carlos III en la Abadía de Westminster, con la pompa y solemnidad características del evento, se discutía también la necesidad de adaptarla a los nuevos tiempos. Como se observó aquel 6 de mayo, la ceremonia fue atenuada y solo se conservaron los elementos fundamentales de la liturgia. En comparación con la de su madre en 1953, la coronación de Carlos III fue más breve y frugal. En los meses posteriores, otros cambios introducidos recuerdan precisamente que la era isabelina ya es parte de los anales de la historia: el cambio del rostro del monarca en monedas, billetes, estampillas y retratos en las oficinas gubernamentales; el cambio del monograma real en documentos del gobierno; el reemplazo de la estrofa “Dios salve al rey”, entre otros. Pero también hoy aparecen los homenajes a su antecesora, tales como placas conmemorativas, estatuas y efigies en distintas ciudades del Reino Unido, algunas incluso con sus característicos corgis.
Hasta la fecha, no se cuenta con información detallada sobre las actividades programadas para conmemorar el primer aniversario del fallecimiento de Isabel II. Sin embargo, los medios británicos han deslizado la alta probabilidad de que el rey Carlos y su consorte Camila pasen el día en el castillo de Balmoral (Aberdeenshire, Escocia), donde falleció Isabel II, en lo que sería una oportunidad de “reflexión en privado”. Dicha conducta también era llevada por su madre; es sabido que Isabel II solía conmemorar el aniversario del fallecimiento de su padre Jorge VI en la residencia de Sandringham (Norfolk, Inglaterra), en solitario y asistiendo a misa. Por su parte, los príncipes Guillermo y Catalina de Gales, primeros en la línea de sucesión, darían un mensaje en conmemoración del legado de la difunta reina. Es posible que sea en vivo, televisado o a través de las redes sociales. Asimismo, se espera que los demás miembros de la familia real no detengan sus compromisos y, como homenaje a la memoria de Isabel II, pongan “el deber ante todo”.