La presidenta Dina Boluarte ha atribuido a su Gobierno la disminución de la inflación. Pero no es la primera vez, pues ya lo había hecho en su discurso de Fiestas Patrias. Es más, en uno de los pasajes de su interminable perorata, mezcló los logros del trabajo prudente del BCR con la desprolija actuación del MEF: “A diferencia de la coyuntura difícil que vivimos el año pasado, hoy nuestro país mantiene una fortaleza monetaria y fiscal, sólidas reservas internacionales, una inflación que ha convergido dentro del rango meta, presencia en mercados mundiales, un prudente manejo económico, y una gobernabilidad a prueba de severas crisis”.
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La fortaleza monetaria, las reservas y la inflación dentro del rango meta son obra del BCR, que es una entidad autónoma por mandato constitucional. Y no tenemos fortaleza sino debilidad fiscal, cortesía de las leyes aprobadas por el Congreso que elevan el gasto corriente –a las que el MEF no se ha opuesto con la firmeza de anteriores gestiones–. Parece una broma de mal gusto decir que existe un “prudente manejo económico”, y es claro que la gobernabilidad del país es un caos. Los decepcionantes resultados de la lucha contra el crimen son el ejemplo más elocuente, pero no el único, de la inoperancia del Gobierno de Boluarte.
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También es obra del Gobierno, en particular del MEF, el enorme déficit fiscal de este año, que según estima el BCR en su Reporte de Inflación (RI), cerrará el 2024 en 3.7% del PBI, nivel que no se observaba desde 1992 (excluyendo la pandemia). En otras palabras, el desequilibrio fiscal ha retornado a la época en que el Perú comenzaba a ordenar sus cuentas públicas. ¿Tres décadas de ajustes y esfuerzos para volver al punto de partida? Encima, el BCR elevó de 2.0% a 2.2% del PBI su proyección de déficit fiscal para el 2025. Recordemos que el Presupuesto Público del próximo año contiene gastos que no cuentan con fuentes de financiamiento.
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Además de “insostenible”, como bien advirtió el presidente del BCR, Julio Velarde, un déficit de esa magnitud es inflacionario, sobre todo si tiene un alto componente de remuneraciones (para servidores públicos). Quizás por ello, el titular del MEF, José Arista, ya no “pecha” al BCR para que baje más su tasa de interés –no puede porque la desmesurada política fiscal se traduce en presiones inflacionarias–. Para el 2025, el BCR proyecta que el PBI crecerá 3%, una tasa insuficiente para que el país pase del crecimiento al desarrollo socioeconómico, aunque Boluarte y sus ministros proclamen lo contrario. Efectivamente, se merecen un cero.
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