Senior VP, Mining Practice Leader de Marsh
El año 2020 será recordado por el mundo como el año del COVID-19, un año inusual en muchos aspectos, donde todos tuvieron que afrontar un cambio dentro de una carrera por encontrar la cura o vacuna para frenar la pandemia, sumado a las limitaciones de los sistemas de salud los cuales se han hecho evidentes a medida que crecían los casos positivos; todo ello, obligando a gobiernos a decretar periodos de cuarentena para evitar más contagios.
La inactividad generada por la cuarentena afectó la economía de muchos países, a su población y de diversas formas a las empresas. Hay sectores como el de Hotelería, Aviación, Retail, duramente golpeados, y otros, como el sector tecnológico que se ha visto fuertemente favorecido. En el caso del sector minero, principal impulsor de la economía peruana, han tenido paralizaciones distintas.
Países como Chile y Australia casi sin paradas en la producción o el Perú con cuarentenas por periodos menores al promedio de los demás sectores, sin considerar los sectores esenciales.
En el primer semestre, la minería en el Perú tuvo una caída en la producción como era de esperarse, pero se viene recuperando buscando llegar en el mes de setiembre a niveles de producción pre-COVID.
A pesar de la reducción de la producción por varios meses, se proyecta una recuperación en los ingresos al cierre de año apoyado por el incremento de los precios de los metales.
Por un lado, el oro que llegó a los US$ 2,000 la onza, presentando un incremento en lo que va del año de 25%, esto generado por la fuerte demanda como activo refugio frente a la crisis (recordemos que en junio del 2019 el precio era de US$ 1,350 la onza, un incremento de 50% respecto a esa fecha) y, por el otro, el cobre, impulsado por la reactivación de la economía china, que superó los US$ 3 la libra con un incremento del 10% en lo que va del año y una recuperación de 50% respecto a la cotización más baja al inicio de la pandemia.
Vemos en lo que resta del año que, en menor medida, continuará las dificultades en la producción minera en el Perú por nuevos posibles contagios que merman la disposición de personal y, por ende, las horas de producción, con mayor incidencia en la extracción subterránea.
Esto irá de la mano del sobre costo por la implementación de los protocolos COVID, en muchos casos más estrictos a lo establecido por el gobierno, con pruebas moleculares o rápidas, cuarentenas previas a la subida a mina, menos personal en los buses y planta para garantizar el distanciamiento y una mayor atención con la responsabilidad social. En esta coyuntura los mineros estarán muy enfocados en cuidar a su personal, comunidades y buscar una eficiencia productiva apoyada de un fuerte impulso para el 2021 en el desarrollo tecnológico, automatizaciones, eficiencia en el consumo, monitoreos a distancia, entre otros.
En este contexto, es evidente las prioridades, pero importante no bajar la guardia en la gestión de riesgos. Justamente el COVID-19 debe servir de aprendizaje sobre la exposición de las empresas a riesgos cada día más cambiantes y la importancia de tener identificadas las exposiciones emergentes, controlarlas o transferirlas y estar preparados para la continuidad del negocio y reactivación en el menor tiempo posible.
A pesar que una pandemia es un riesgo que afectó a poblaciones de diversos siglos, han sido muy pocas las empresas en el mundo que tenían dentro de su matriz de riesgos identificada una pandemia y/o habían tratado este riesgo o transferido en forma específica a una aseguradora. Existen seguros paramétricos para protección de pandemias difundidos en Europa y Norteamérica, pero tuvieron una baja recepción que no permitió el alcance a nuestra región. Al Perú llegaron paramétricos de terremotos o inundaciones que se activan generando indemnizaciones automáticas de presentarse ciertos parámetros (magnitud, profundidad y ubicación en el caso de terremoto) pero también de baja adquisición.
Las coberturas de los seguros que se han activado por el COVID-19 han recaído principalmente en seguros por cancelación de eventos, pólizas de responsabilidades de Directores y Oficiales (D&O), Propiedad, Seguros de Crédito, Desgravamen, Médicos, Vida y Pensión.
En el caso del seguro de propiedad, los reclamos se han dado por extensiones de coberturas del mercado internacional como negación de acceso por autoridades gubernamentales debido a enfermedades contagiosas o por la no exclusión específica ante una pandemia, sin embargo, la posibilidad que exista una indemnización es muy discutible.
En Londres Marsh ha recibido 5,000 reclamos principalmente de cancelación de eventos y lucro cesante, de existir indemnizaciones, estas serán mayores a lo que se suele otorgar en caso de un incendio o un terremoto que afectan a una ubicación. Y es que, a diferencia de ello, una pandemia afecta varias operaciones y en diferentes partes del mundo.
Es así que, de acuerdo al mercado de seguros británico, incluyendo Lloyd’s, se estima que las indemnizaciones de las aseguradoras en Londres superarán los US$ 15,000 millones y las pérdidas estimadas para todo el sector de seguros como consecuencia del COVID superan los US$ 100 billones, mayores a las que generaron los más severos huracanes o terremotos en las últimas dos décadas. Estas reservas inmensas han llevado al incremento de las primas de los seguros y en mayor escala del sector minero, con recargos en lo que va del año mayores al 20% en seguros patrimoniales y por encima del 100% en los seguros de D&O y Responsabilidad Civil. Además de incluir textos específicos con exclusiones de COVID-19 en todos los ramos.
Bajo este panorama, se hace más importante el uso de herramientas como Risk Bearing Capacity, Cat Modelling, Analytics, entre otras para evaluar con mayor precisión lo niveles de tolerancia al riesgo y analizar opciones de mayores retenciones y el límite adecuado a comprar. También es bueno realizar un estudio de lo que debemos asegurar y cuál es el correcto valor de aseguramiento de los activos y de lucro cesante. Ambos estudios van a ayudar a reducir el impacto en los costos de los seguros frente al incremento global de tasas.
Es probable que el COVID generé un aprendizaje de eficiencia, con puestos multifuncionales y las empresas en operación sean más eficientes en los próximos años y, por ende, con una gestión de riesgos adecuada se generen incrementos en sus ingresos; sin embargo, seguirán con gran dependencia en el agotamiento de sus reservas y solo se podrá garantizar el aumento de la producción minera a mediano plazo con el hallazgo de nuevos recursos. La agilización de la tramitología, solución de aspectos sociales y la obtención de financiamiento es vital para desarrollar ampliaciones, otros frentes de extracción y nuevos proyectos para el crecimiento del sector.
Venimos muy retrasados y con una limitada proyección de inicio de obras en los próximos años, esto frente a lo sembrado en las últimas dos décadas que generaron el desarrollo de proyectos de gran envergadura como Las Bambas, Chinalco, Antapaccay, ampliaciones de Antamina, Cerro Verde, Shougang y hoy en construcción Mina Justa de Marcobre y Quellaveco de Angloamerican.