Escribe: Yuri Armas, Director de Adas (Asociación para el Desarrollo Agropecuario Sostenible)
La agroindustria en el Perú es uno de los sectores más dinámicos y vitales para nuestra economía. A lo largo de los años, hemos visto cómo su crecimiento ha generado empleo, desarrollo y oportunidades en diversas regiones del país. Sin embargo, en el contexto actual, este sector enfrenta grandes desafíos que van más allá de los temas productivos y económicos: la seguridad ciudadana, la estabilidad jurídica y la necesidad de alianzas público-privadas son pilares que deben reforzarse para que la agroindustria siga siendo un motor de progreso.
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Uno de los principales aportes de la agroindustria es el empleo. En La Libertad, alrededor de 120 mil trabajadores dependen directamente de este sector, lo que se traduce en que cerca de 500 mil personas han salido de los programas sociales del Gobierno. Esto es más que una cifra es una transformación real y tangible en la vida de miles de familias peruanas, quienes ahora cuentan con trabajos formales y con salarios que suman más de 21 mil millones de soles anuales en Chao y Virú, dinamizando no solo la economía de las regiones, sino la del país entero.
Sin embargo, este avance se ve amenazado por la creciente ola de delincuencia y extorsión que afecta a las comunidades de La Libertad. La inseguridad no solo pone en riesgo la vida y bienestar de nuestros trabajadores, sino que también afecta a la población en general.
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Recientemente, gracias al llamado de la sociedad civil, empresa y alcaldes, hemos logrado la declaratoria de emergencia en la provincia de Virú, uno de los epicentros agroindustriales del país. No obstante, consideramos que esta medida es insuficiente. La emergencia debe ir acompañada de un presupuesto adecuado y, sobre todo, de inteligencia operativa que permita a las fuerzas del orden actuar de manera eficiente. Necesitamos que el Estado proporcione las condiciones necesarias para que el sector privado continúe generando empleo y desarrollo sin que estos esfuerzos se vean obstaculizados por la delincuencia.
A pesar de los desafíos, el Perú atraviesa una de las mejores épocas de su historia en cuanto a oportunidades de inversión extranjera. Proyectos como el puerto de Chancay con inversión china, el desarrollo de una base espacial con apoyo estadounidense y propuestas ferroviarias de gran escala, nos posicionan como un país atractivo para el mundo. Es nuestra responsabilidad no dejar pasar estas oportunidades. Como lo demuestra la historia con el contrato Dreyfus y el guano de las islas, debemos aprender de nuestro pasado y aprovechar los recursos que hoy tenemos para garantizar un desarrollo sostenible y beneficioso para todos los peruanos.
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La agroindustria es, y seguirá siendo, un pilar fundamental en este proceso. No podemos permitir que las barreras internas impidan el progreso que tanto necesitamos. Es hora de que el Estado y la empresa privada trabajen de la mano, generando las condiciones necesarias para que nuestra agroindustria continúe siendo un motor de empleo, desarrollo y bienestar para el Perú.
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