¿Tan pronto tiramos la toalla? Eso fue lo primero que pensé cuando vi el número: apenas terminado el primer trimestre, el 44% de los CEO ya cree que su empresa crecerá menos de lo proyectado para el año, en lo que constituye un rápido sinceramiento de sus propias expectativas, como revela nuestro Barómetro de los CEO, cuyos resultados analizamos hoy.
El ajuste sería prematuro en tiempos normales: pasa el verano y, con tres trimestres por venir, sobra tiempo para recuperar lo perdido. Pero no son tiempos normales ni el verano pasa: el ciclón Yaku lo impide, en medio de una crisis política que ya es status quo, una convulsión social en pausa y una inflación sin freno.
A favor de los tres trimestres que quedan está el precio del cobre, cuyo buen augurio de Goldman Sachs es que, en un superciclo de commodities, alcance los US$4,42 la libra en promedio este año, la previsión más alta del mercado.
En tiempos normales, el cobre marca la pauta en el Perú, y arrastra a la inversión privada y al crecimiento económico. Pero —ya lo dijimos— no son tiempos normales si nadie puede asegurar a ciencia cierta que el Gobierno acabará el año ni predecir la naturaleza del que lo sucederá. El piso es de vidrio y abajo hay un abismo, así que el aliento no es fácil. Y como está escrito en nuestro editorial del miércoles, “el Gobierno de Dina Boluarte se equivocaría si interpreta el rechazo de la primera moción de vacancia como una alianza de largo plazo con el Congreso”.
El sinceramiento que nos toca hacer es que el Perú que vivimos hoy es el que viviremos en adelante. Salvo cambios estructurales que no están a la vista, es el que es. Y quizás sea tiempo de reconocer que necesitamos un esquema de planificación que se adapte mejor a la incertidumbre. Pensada como respuesta al cambio constante, la innovación propone una planificación trimestral, no anual, con periodos iterativos, de proyectos, ensayo y error.
En Digitalízate: ¿por dónde empezar? —que, en el 2020, tuve el honor de presentar—, Eduardo Torres Llosa explica cómo parar cada trimestre para reperfilar el camino genera una alta eficiencia, en principio insospechada: se vuelven a priorizar los proyectos y “los equipos se comprometen —o no— a cumplir las tareas previas requeridas por otros equipos”, lo que ahorra reuniones, consultas y esperas de respuestas en el trimestre.
El contexto, claro, es el de una organización ya ágil, que dejó atrás los silos gerenciales para trabajar en equipos multidisciplinarios, con una visión estratégica alineada, y una cultura horizontal y de empoderamiento.
El vector aquí es la transformación. ¿Pero acaso nuestro entorno de negocios hoy no es incluso más incierto que el que nos demanda el cambio digital? Piense en la política, en las regulaciones, en la legislación laboral, en el clima: ¿no mutan ya con la misma rapidez? Hay que aceptar lo que es —ya sin duda— el nuevo normal y encontrar la mejor manera de enfrentarlo.
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