Escribe: Joswilb Vega, Chief Investment Officer en Profuturo AFP
La pandemia alteró todo, obligó a los países a cerrar las economías e incrementar el gasto para sostener empleos y empresas. Una vez controlada, no podíamos comprarnos un auto nuevo ni acondicionar la casa porque había escasez de varios productos y colapsaron las cadenas de suministro. Vino la inflación, el alza de las tasas de interés para poder controlarla y el aumento en los déficits fiscales. El agresivo y rápido aumento de las tasas de interés despertó el fantasma de la recesión, que venimos esperando desde el 2022.
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Este año la inflación comenzó a ceder y los bancos centrales comenzaron a bajar sus tasas de interés. En nuestro país, por ejemplo, las tasas de Certificado de Depósito a un año del Banco Central de Reserva (BCR) subieron desde 0.37% el 2020 hasta 7.31% en su punto máximo y actualmente se encuentran en 4.40%, mientras que la economía sigue creciendo a un ritmo anual de 2.8% comparado con 2.3% en el 2019. El 2025 será el primer año libre de la resaca del covid, con tasas de interés, inflación y crecimiento estabilizado, aunque cada país, industria y empresa tendrá sus propios matices en función de lo bien o mal que se encuentren sus fundamentos.
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Algo que veremos de nuevo es la emisión de deuda corporativa, la cual prácticamente desapareció los últimos tres años por las altas tasas de interés y los retiros de fondos de pensiones. En este tiempo vencieron emisiones por más de 3 mil millones de soles y la mayoría fue refinanciada por bancos y fondos privados a plazos cortos.
Ahora, las tasas de interés ya bajaron, aunque dudo que regresarán a niveles prepandemia y, a pesar de los retiros, la reforma de pensiones aprobada por el Congreso ayudará a que se reconstruyan los fondos de pensiones que buscarán ese spread crediticio perdido. Finalmente, tendremos elecciones el 2026, pero el ruido político se comenzará a sentir en el último trimestre del 2025 por lo que deberíamos esperar que las empresas quieran asegurar su financiamiento de los siguientes cinco o diez años y no correr el riesgo de tratar de refinanciar su deuda en medio de las elecciones.
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Al margen de estas tres razones para el retorno de las emisiones de deuda, las condiciones no serán las mismas. Por un lado, ni las tasas ni los spreads serán parecidos a los niveles prepandemia, ya que vamos convergiendo a un nuevo equilibrio de tasas más altas. Por otro lado, el tamaño y la estructura de las emisiones deberán ser distintos, ya que la liquidez de la emisión va a ser un aspecto clave en su éxito. La demanda por estos vehículos estará centrada en emisiones grandes y líquidas, a menos que sean compensadas considerablemente por una tasa atractiva.
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