De los cambios realizados en el gabinete ministerial en el último relevo, los que más expectativas han despertado han sido los del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Ministerio de Energía y Minas (Minem). Y esto por varias razones.
En los últimos meses, los dos ministerios que venían decepcionando bastante fueron precisamente el MEF y el Minem. El segundo más que el primero.
El desempeño del exministro del jirón Junín fue decayendo conforme avanzaba la caída de la economía, lo que ponía en evidencia su falta de capacidad para enfrentar y tratar de resolver los problemas, y su falta de liderazgo para convocar actores y soluciones, y para convertirse en un generador de expectativas positivas.
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La labor del exministro de Energía y Minas fue, realmente, inexistente. No hay registro de ningún esfuerzo serio, ni de ningún logro relevante. El extitular estaba ahí, pero nadie se daba cuenta. Tanto así que las empresas mineras que requerían apurar sus permisos o autorizaciones prefirieron hacer a un lado y fueron directamente a la PCM. El exministro de Energía y Minas era más conocido por sus vinculaciones y esfuerzos en pro de Petroperú que por alguna iniciativa en su sector.
Dicho lo anterior, es comprensible que la lupa esté puesta en los dos nuevos titulares de estas carteras, cuya actitud y acción resulta determinante para la reactivación económica. Muchos sectores esperan que la labor de estos ministros sea bastante más positiva que la de sus antecesores. El reto en esta línea será marcar la diferencia en actitud, dinámica, velocidad y proactividad.
El otro aspecto es de la autoridad y la influencia del MEF y el Minem en el Gobierno, concretamente, frente a Dina Boluarte y a los demás ministros. Los antecesores no eran conocidos precisamente por ser funcionarios con la capacidad de pararse frente a la presidenta, la PCM o a los otros ministerios a defender sus posiciones o a enfrentar a las contrarias.
Por el contrario, los dos exministros eran conocidos por una preocupante debilidad frente a la debilidad –valga la redundancia– o la inconsistencia de la presidencia y del gabinete ministerial. El ex-MEF quemó sus naves en frases justificatorias de los errores del Gobierno y en ese “cantiflesco” amago de renuncia que terminó en una renovación de votos con el Gobierno que duró muy poco, como era previsible. En el caso del ex-Minem, no hay mucho que agregar, solo que le debía el cargo a la presidenta, y actuaba en consecuencia.
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¿Qué se espera de los nuevos ministros en esta línea?, que sean capaces de establecer políticas y programas rectores, convenientes y convincentes; que tomen decisiones audaces y que sean capaces de imponer su criterio con razones y fundamento; que recuperen la autoridad de sus carteras y que puedan “arrastrar” al resto de gabinete.
El MEF tiene una responsabilidad muy grande en este sentido, y el desafío del ministro José Arista es enorme. Debe demostrar que el sillón del MEF no le queda grande y que toda su experiencia como funcionario público, autoridad regional y viceministro le servirá para inyectar al Gobierno las ideas y las decisiones que el país necesita.
El nuevo MEF tiene la tarea de saber convencer a una presidenta que quiere mostrarse públicamente como una conversa en lo económico, aunque tenga rojo el corazón.
Lo mismo debe ocurrir con el Minem. El nuevo ministro Rómulo Mucho debe ser capaz de, sin excesos de optimismo o de audacia, establecer una agenda de reactivación del sector minero sacando adelante los proyectos que permitan dinamizar la economía, y aprovechar las tendencias y precios de los minerales a nivel mundial. Hablamos del cobre y el litio, por ejemplo.
Ambos ministros deben mostrarse férreamente reacios a ser ellos quienes se adecúen o sometan, terminando como sus antecesores.
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El otro reto es enfrentar a un Congreso populista que produce leyes sin ningún tipo de criterio técnico o de interés nacional. No va a ser fácil. Sobre todo, cuando el Gobierno ha decidido renunciar al equilibrio de poderes y está más preocupado en no molestar a los congresistas oponiéndose a sus leyes u observándolas.
Si los nuevos ministros van a cuidar sus puestos sometiéndose también al Parlamento o cuidándose de no contradecirlo o hacerlo enojar, entonces nos van a dar más de lo mismo. Para esto no hay que pelearse, solo hay que volver a trabajar en el “cabildeo” o la negociación positiva y transparente, teniendo buenos puentes, pero también estando dispuesto a establecer medidas que disuadan a los parlamentarios de decisiones que solo dañan la solidez del modelo.
Y el último aspecto, aunque no el último reto, es el de “jalar” la carreta y contagiar de una nueva dinámica al resto de miembros del gabinete. Sobre todo, en aquellos sectores que deben ser los socios más cercanos para reactivar la economía: Agricultura, Vivienda y Construcción, MTC, Ambiente, y Trabajo y Promoción del Empleo. El trabajo conjunto de todos ellos garantiza la reactivación. Si cada uno sigue su camino, la carreta no camina.
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