Director - Gerente de Phase Consultores
A prácticamente dos años y medio de la llegada de la pandemia de COVID-19 a nuestro país y conocido que el impacto adverso de la misma en el mercado laboral ha sido principalmente urbano, vale la pena hacer una evaluación del mismo en tres aspectos. En todos los casos, las cifras que se presenten se referirán a promedios móviles anuales, terminados en el mes indicado.
El primer aspecto es el número de personas trabajando. La cantidad de trabajadores supera ya en alrededor de medio millón a la existente a febrero del 2020 (es decir, el último dato prepandemia); de este total, más de 60% corresponde a nuevos trabajadores en el sector urbano. Estas 313,900 personas adicionales han llevado a que en junio del 2022 se haya alcanzado el mayor número de trabajadores urbanos en la historia del Perú. En otras palabras, el empleo urbano prepandemia era 97.7% del que se ha alcanzado en junio.
El segundo es el porcentaje de las personas trabajando en las zonas urbanas que son registradas como formales. Como estamos hablando únicamente de la situación urbana, la tasa de formalización es mayor que el promedio nacional y se ubica a junio en 29.2%. Si bien en diciembre se había reducido incluso hasta 28.6%, la mejora del primer semestre ha sido insuficiente para regresar por lo menos a los niveles de inicios del 2020 (33.7%), que ya eran menores a los que se habían alcanzado a fines del 2016 (ligeramente por encima del 35%).
Finalmente, para el tercer aspecto, pensemos en el ingreso promedio urbano a nivel nacional, que es más estable que el ingreso rural. En términos reales, el ingreso urbano había alcanzado su máximo de los últimos años en diciembre de 2016 (S/ 1,789.3 de diciembre del 2021), pero de ahí cayó en los años siguientes entre 2% y 3%, hasta desplomarse más de 20% a marzo del 2021 (S/ 1,418.4). Desde entonces, ha registrado una mejora importante, pero sin recuperar la capacidad de compra del 2016 y ubicándose a junio en S/ 1,520.2, es decir 85% de su valor máximo.
Las tres dimensiones presentadas pueden ser ponderadas de distintas maneras (por ejemplo, calculando el promedio simple de las tres), pero he considerado darle mayor peso a la serie más estable, que es la tasa de empleo formal. El indicador resultante lo he denominado Situación del Empleo en el Perú Urbano (SEPERU) y trata de resumir en un único número la cantidad y la calidad del empleo urbano en una escala del 0 al 100. SEPERU nos da entonces la siguiente historia para el mercado laboral urbano en los últimos años: una muy ligera tendencia al alza interrumpida por la pandemia (en febrero del 2020 llegó a 60.3), una fuerte caída a raíz de ella (hasta 50.7 en marzo del 2021) y una recuperación de poco más de la mitad de la caída inicial (55.9 a Jun-22). Además, la velocidad de recuperación ha perdido fuerza en el último trimestre, conclusión a la que también se llegaría usando combinaciones alternativas.
Dado que la mejora del ingreso real en los próximos meses se complica en un entorno en el que la reducción de la inflación será lenta y el que se ha incrementado la informalidad, y que la ausencia de promoción a la inversión privada hace difícil que en el corto plazo mejore la creación de empleo formal, quedaría solamente apelar al crecimiento del número de trabajadores a lo largo del tiempo. ¡Pero el aumento tendría que ser de 2.6 millones de personas! Aunque lo peor de la pandemia parece haber quedado atrás, este es un ejemplo de que sus efectos serán (o son ya) significativos y duraderos.