Solo el 12.9% de los hogares pobres cuenta con una computadora en casa. Esta situación habría obligado a algunos niños y adolescentes a abandonar sus estudios. (Foto: GEC | Renzo Salazar )
Solo el 12.9% de los hogares pobres cuenta con una computadora en casa. Esta situación habría obligado a algunos niños y adolescentes a abandonar sus estudios. (Foto: GEC | Renzo Salazar )

Luis Miguel Castilla

Exministro de Economía

La crisis política desatada por el intento del Congreso de vacar al presidente es un duro golpe para la recuperación de las expectativas empresariales que había empezado a ocurrir desde el mes de mayo, en línea con la mejora de los indicadores líderes de la actividad económica. Más allá de agravar la incertidumbre que posterga decisiones de consumo e inversión, esta crisis paraliza la toma de decisiones del sector público en medio de una coyuntura que demanda acción pública efectiva y resultados. La clase política subestima la enorme tarea que significará revertir los retrocesos que se darán en materia social. La severa recesión que vivimos profundizará las brechas sociales al producir un incremento generalizado del desempleo, pérdidas de logros educativos y condiciones de salud, siendo los más perjudicados los grupos más vulnerables de la población. El próximo Gobierno tendrá que mejorar las condiciones de vida de millones de personas empobrecidas por la pandemia que no tolerarán que se vapulee su bienestar futuro por consignas políticas o agendas electorales.

En este sentido, es importante dimensionar las brechas sociales que deberán ser cerradas por las futuras autoridades. A partir de estimaciones de elasticidades-ingreso de un conjunto de indicadores sociales, podemos proyectar las consecuencias del covid-19 en el empleo, la educación y la salud. Respecto a la primera dimensión, en el contexto prepandemia el mercado laboral nacional se caracterizaba por tener elevados niveles de informalidad y escasos mecanismos de protección a los trabajadores. Se proyecta que la tasa de desempleo se incrementará a 8.2% en el presente año (de 3.3% en el 2019), esto se traduce en más de 2 millones de puestos de trabajo perdidos, siendo el mayor nivel registrado en las últimas tres décadas. Se espera también que la población joven (16 a 25 años) sea la más afectada, pues se desempeñan en mayor proporción en el sector informal o de manera independiente. Para este grupo poblacional se proyecta que la tasa de desempleo se incrementará a 12.9% (de 7.3% en el 2019). Por otro lado, se estima que la tasa de empleo vulnerable (personas que no acceden a una remuneración y/o a beneficios sociales) se incrementará a 54.8% del empleo total (de 45.6% en 2019) y el nivel de informalidad laboral se incrementará a 79.5% (de 72.0% en el 2019).

En la segunda dimensión, a pesar de los esfuerzos realizados por el Gobierno para darle una continuidad a la educación a distancia, no todos los hogares están en la condición de asegurar que sus hijos continúen con sus estudios desde casa. Por ejemplo, solo el 12.9% de los hogares pobres cuenta con una computadora en casa, a diferencia del 57.2% de los hogares no pobres que cuentan con dicho instrumento. Esta situación habría obligado a algunos niños y adolescentes a abandonar sus estudios. Se proyecta que la tasa de deserción escolar en educación básica se incrementará a 14.6% en el presente año (de 9.0% en 2019), siendo el incremento mayor en la población pobre, igual a 19.8% (de 12.1% en el 2019) en comparación con la población no pobre con 10.5% (de 7.3% en el 2019). En la tercera dimensión, como consecuencia de la pérdida generalizada de puestos de trabajo, muchos trabajadores han perdido su seguro de salud, por lo que quedan en situación de vulnerabilidad al quedarse al margen del sistema de protección social. En particular, se proyecta que la proporción de la población con algún tipo de seguro se reducirá a 68.9% (de 75.5% en el 2019).

La población espera respuestas de sus autoridades ante estos grandes desafíos. Como ocurrió tras el colapso del populismo de los ochenta, regresar a los niveles de vida que teníamos antes de la pandemia tomará años. Los políticos tienen el deber de estar a la altura de reconstruir el país, y esto no se dará si se persiste en dejar de lado el bien común y poner en vilo el bienestar de todos por decisiones irresponsables y actitudes mezquinas.