Se suponía que los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos 2027 se iban a realizar en Barranquilla, que fue elegida el 2021. Pero la ciudad colombiana no cumplió con sus obligaciones contractuales con Panam Sports, el organismo deportivo continental –incluido un pago inicial de US$ 4 millones por derechos de organización–, así que el 3 de enero se le retiró la sede. Asunción (Paraguay) y Lima presentaron su candidatura para reemplazarla. Ayer, la capital peruana fue elegida como la nueva sede de la competencia.
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El principal objetivo de un megaevento deportivo es reforzar la imagen externa e interna de la ciudad y el país sedes. Por ello, el reto para Lima y el Perú será recuperar su imagen internacional, que se ha deteriorado en los últimos años por la inestabilidad política, y recobrar su prestigio como atractivo premium para el turismo receptivo y para la inversión extranjera directa. El Perú es uno de los pocos países de la región que no ha retornado a sus niveles prepandemia de visitantes extranjeros, y la inversión privada está bajo cero.
¿Ayuda a alcanzar esas metas una cita deportiva continental? Pues si está bien hecha, definitivamente. El Perú reforzó su imagen como organizador de megaeventos y buen anfitrión –ya ha sido sede de cumbres de APEC, de la COP y de campeonatos mundiales de diversos deportes–. Pero esos eventos no se organizan solos, sino que necesitan de equipos bien afiatados, liderados por personas comprometidas y competentes. Lima 2019 tuvo la suerte de contar con Carlos Neuhaus y un equipo profesional de primer nivel, además del respaldo del Gobierno de entonces y un esquema G2G con el Gobierno de Reino Unido que aseguró celeridad y eficiencia del gasto –a partir del 2017, porque en los cuatro años previos reinó la inacción–.
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Lima 2027 requerirá, en teoría, menos gasto porque la infraestructura está casi lista, aunque necesitará ser reacondicionada –en el deporte, ocho años suponen enormes avances–. Habrá que evaluar si será necesario construir una nueva Villa Panamericana, aunque sí se tendrá que mejorar el tránsito en la ciudad. Lima 2019 tuvo un impacto económico equivalente a 0.5% del PBI, el de Lima 2027 podría ser menor, pero el impacto social y de marketing sí sería inmenso.
El Perú compartió la emoción de sus atletas que ganaban medallas y el desconsuelo de quienes no lo lograban, y recuerda con orgullo las ceremonias de inauguración y clausura. La pandemia y los políticos nos quitaron ese entusiasmo, así que valdrá la pena repetir esos momentos. Ese será el mayor retorno de la inversión.
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