La semana pasada se llevó a cabo por tercera vez en nuestro país la reunión anual de Líderes del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC). Comprensiblemente, durante la antesala al evento y, más aún, durante el evento mismo, este acaparó buena parte de la atención de la prensa y la ciudadanía. Concluida esta cumbre y, ya sin otro evento de similar magnitud en lo que sigue, los reflectores volverán a centrarse con más atención en la capacidad del Gobierno de resolver los problemas más urgentes que hoy venimos enfrentando, así como de responder los cuestionamientos importantes que hoy pesan en su contra.
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Según reciente encuesta de Datum Internacional, el Gobierno de Dina Boluarte marcó un récord al alcanzar la aprobación presidencial más baja registrada por dicha encuestadora: apenas un 3% de respaldo, a la vez que un 94% de rechazo. Y es que no sorprende. Para empezar, la incapacidad del Ejecutivo de responder con asertividad al problema de la inseguridad es cada vez más notoria. El ministro del Interior responde de forma déspota ante cualquier cuestionamiento de la prensa y no ha mostrado una actitud colaborativa en las investigaciones que hoy sigue en su contra la Fiscalía. Todo ello eleva la percepción de que se viene utilizando al Ministerio del Interior y a la Policía como instrumentos políticos antes que para combatir la delincuencia.
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Por otro lado, hay varios otros asuntos que parecen estar también más atrás de lo que deberían en la lista de prioridades. Empezando por la Educación, lo que se demostró no solo con la decisión de enviar a clases remotas a todos los niños y adolescentes de Lima la semana pasada, sino también los lamentables argumentos del ministro del sector para justificar la medida. Según este, la mayoría los menores de la capital no tendrían inconvenientes en llevar clases remotas, una creencia que solo demuestra un profundo desconocimiento del sector a su cargo.
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La pésima gestión del problema de Petroperú, que cada vez nos quita más dinero que podría estarse invirtiendo en fines más urgentes; la negativa de la presidenta Boluarte de responder con suficiencia y respeto ante los cuestionamientos de la prensa por temas como el uso del “cofre” o la investigación contra su hermano; o su poco efectiva respuesta ante el paro de transportistas son otros asuntos urgentes sobre los que el Gobierno debe responder.
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El APEC atrajo los reflectores del mundo al Perú la semana pasada, y con ello a sus fortalezas y debilidades. Si el Gobierno quiere empezar a recuperar la confianza para invertir, así como reducir el riesgo de una vacancia presidencial antes del 2026, necesitará dar respuestas rápidas y efectivas frente a todos estos asuntos.
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