El primer ministro, Salvador del Solar, presentó la cuestión de confianza ante el pleno del Congreso este martes 4 de junio. (Foto: GEC)
El primer ministro, Salvador del Solar, presentó la cuestión de confianza ante el pleno del Congreso este martes 4 de junio. (Foto: GEC)

CUESTIÓN DE CONFIANZA. Pensar que los resultados obtenidos ayer en el Parlamento significan un triunfo contundente para el premier Salvador del Solar y el Gobierno del presidente Martín Vizcarra y un knock-out para la oposición intransigente es errado. Se trata de una victoria hasta cierto punto pírrica, porque no se sabe con exactitud cuántos de los 77 votos conseguidos han sido por convicción, cuántos se han dado solo por asegurar una quincena o quienes lo han hecho solo por mantener su inmunidad y no hacerles frente a las denuncias que pudieran tener.

Además, al desgaste político de ambos poderes en la última semana se le suma el hecho de que es muy difícil saber —dada la veleidad de los congresistas— si realmente aprobarán los proyectos de la reforma política del Gobierno “manteniendo la esencia” o si durante el debate los ajustes a las propuestas llegarán a modificarlas sustancialmente, como ocurrió con el proyecto de bicameralidad que presentó el Ejecutivo para el referéndum, que luego de ser aprobado fue objetado por Vizcarra por los cambios introducidos.

Pero sobre todo hay que tener cuidado de calificar de victoria la cuestión de confianza, porque todos los demás problemas del país —que el Gobierno y todos aquellos que han venido impulsando este enfrentamiento de poderes evitan tratar— siguen allí.

Sin embargo, esta votación sí puede verse como una nueva oportunidad para que, tanto el Congreso como el Ejecutivo demuestren una mayor madurez. Los parlamentarios pueden, dado que no serán reelegidos, trabajar sin presión política buscando desde una mejor perspectiva dar luz verde a las reformas políticas que se requieren.

Por otra parte, se espera que el presidente y su gabinete al fin se aboquen a otros temas trascendentales en la agenda, como avanzar en el plan de competitividad, mejorar la salud pública, esforzarse por el crecimiento de la inversión pública, la ejecución de los proyectos pendientes en infraestructura, y trabajar por la seguridad ciudadana. En suma, gobernar mirando todo el bosque de problemas que enfrenta el Perú y no centrándose solo en un árbol.

Desde hace varios meses, pero con mayor énfasis en los últimos días, se ha visto cómo los poderes del Estado se han enfrascado en buscar culpables en “el otro”, y ha llegado la hora de que cada cual asuma su responsabilidad.