La semana pasada, el MEF publicó su Informe de Actualización de Proyecciones Macroeconómicas (IAPM) para el periodo 2024-2027, acercando un poco más a la realidad, con data reciente, los cálculos del Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2024-2027, que fue elaborado en agosto pasado. El cambio más notorio no es la ligera revisión al alza del crecimiento del PBI para este año (de 3% a 3.1%), sino la fijación de una meta de déficit fiscal más alta: de 2% a 2.5% del PBI para este año.
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Esta modificación es la consecuencia del irreal optimismo que caracterizó a la anterior gestión del MEF, que aparte de tardar en admitir que la economía peruana estaba en recesión, pareció haber canalizado esa visión fantasiosa a sus proyecciones macroeconómicas. El grave problema es que el MMM sirve de base para elaborar el presupuesto público, y si sus supuestos no reflejan la situación del país, se corre el riesgo de sobreestimar los ingresos fiscales y, por ende, subestimar el déficit fiscal. Esto es precisamente lo que ocurrió con el presupuesto de este año y el motivo por el cual había que sincerar la proyección de dicho indicador.
José Arista juró como titular del MEF el 13 de febrero. Aunque ha exhibido un estilo más realista –que incluso le ha costado una injusta “corrección” de la presidenta Dina Boluarte, por reconocer que su Gobierno es débil–, al inicio de su gestión aseguró que el déficit fiscal de este año sería 2% del PBI. Pero la proyección que figura en el IAPM corrobora que recapacitó, aunque eso haya significado modificar la regla fiscal. Es que resulta más apropiado para la buena reputación que aún tiene el manejo fiscal del país fijar una meta posible que una mágica.
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También hay que considerar que la economía peruana está saliendo de una recesión y que este año habrá sectores que no recuperarán sus niveles previos al 2023, lo cual se reflejará en la recaudación tributaria. Además, las propuestas del MEF para elevarla aún están pendientes de aprobación –forman parte del pedido de facultades legislativas– y su efectividad dependerá de cómo las implemente la Sunat. Pero el problema más acuciante vendrá por el lado del gasto.
Es que el Congreso ha seguido abusando de su posición de dominio, aprobando más gasto corriente. El 2024 se inició con un nuevo incremento mensual de remuneraciones para más de medio millón de empleados públicos, lo que engrosará los ya abultados gastos rígidos del Gobierno –no pueden ser recortados–. Por ende, habrá que racionar por otro lado, lo que implicaría ajustar la inversión pública.
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