Tras otro año difícil para la democracia peruana, cabe recordar por qué es importante preservarla y continuar fortaleciéndola.
Tras otro año difícil para la democracia peruana, cabe recordar por qué es importante preservarla y continuar fortaleciéndola.

REFLEXIÓN. Durante el 2022, la democracia peruana fue puesta a prueba otra vez. Los conflictos entre el Ejecutivo y el Congreso se intensificaron en la segunda mitad del año de la mano de interpretaciones constitucionales cuestionables, hasta que Castillo escaló la crisis a un punto de no retorno con su intento de golpe de Estado. Tras su caída y la asunción del gobierno de Boluarte, los injustificados niveles de represión y violencia vistos en las protestas, que terminaron con el lamentable saldo de 27 personas fallecidas y más de 350 heridas, enlutaron lo que pudo haber sido una salida ejemplar a una crisis que, al día de hoy, no parece haber culminado.

Lo vivido este último mes hace pertinente empezar este 2023 con una reflexión sobre la importancia de vivir en democracia. Y es que el estar viviendo nuestro mayor periodo de estabilidad democrática en más de 200 años, podría hacer que dejemos de apreciar sus virtudes prácticas.

Democracia es más que solo organizar elecciones, algo que también ocurre en Venezuela y Rusia. Significa, idealmente, que esas elecciones sean limpias (verificables por observadores), libres (cualquiera puede participar), universales y frecuentes; y también que los poderes públicos sean independientes entre sí (p. ej.: Ejecutivo separado del Judicial, etc.); que exista libertad de expresión, de prensa, de asociación y de empresa; y que, en general, se respeten los derechos y libertades fundamentales de las personas.

Es evidente que en el Perú aún nos falta mucho para terminar de construir una democracia completa, que cumpla con todos esos elementos. Pero no debemos menospreciar lo que sí hemos avanzado en las últimas décadas, en que instituciones como el TC, la Defensoría, la SBS y el BCR se han consolidado; la pobreza se ha reducido en más de la mitad; hemos firmado varios TLC y nuestro índice de desarrollo humano ha mejorado mucho en todos sus indicadores.

Vivir en una democracia estable es la única receta que ha funcionado en la historia para lograr sociedades desarrolladas, libres y pacíficas; en las que, si algún mal gobernante llega al poder, existen mecanismos para expulsarlo. Aunque el avance sea lento, consolidar una democracia es pues lo único que da pie a la estabilidad necesaria para que gente pueda vivir, trabajar y hacer negocios libremente en un ambiente de paz y predictibilidad.

Es por esto que es tan importante que sepamos cuidarnos del asomo de algún líder autoritario, de izquierda o de derecha, que pretenda concentrar el poder para sí y poner en riesgo todo lo avanzado. Mas aún, mientras seguimos a mitad del camino.