Editorial de Gestión. Los ingresos corrientes del Gobierno general aún no serán equiparables a los del 2019. (Foto: GEC | Leandro Britto )
Editorial de Gestión. Los ingresos corrientes del Gobierno general aún no serán equiparables a los del 2019. (Foto: GEC | Leandro Britto )
Redacción Gestión

ESCENARIO FISCAL. El déficit fiscal del año pasado equivalió a 8.9% del PBI, menor al proyectado debido principalmente a que el Gobierno (en sus tres niveles) gastó menos de lo asignado para combatir el covid-19. Para este año, el BCR proyecta un déficit de 4.4% del PBI, lo cual implicará una reducción del gasto corriente, habida cuenta que –por ahora– se prevén menos transferencias de carácter temporal por la pandemia. Si bien habrá un salto en la inversión pública, como ya ocurrió en febrero y marzo, esa mayor ejecución será compensada por la recuperación de la recaudación tributaria.

Estos datos parecen augurar un buen desempeño fiscal, pero no es totalmente así. Es que la economía peruana se recuperará (de la fortísima caída del 2020), pero ese rebote no será suficiente para alcanzar el nivel que tenía antes de la pandemia. En otras palabras, con respecto al 2019, este año el PBI no crecerá. Ello significa, entre otros efectos, que los ingresos corrientes del Gobierno general aún no serán equiparables a los del 2019. En suma, habrá menos recursos para gastar que los que se tenían disponibles los dos años previos. Y si surge la necesidad de presupuestar algo extraordinario –comprar vacunas, por ejemplo– se tendrá que quitar dinero de una o más partidas. O recurrir al endeudamiento.

Ese es el escenario fiscal que encontrará el nuevo Gobierno el 28 de julio, lo que supone que tendrá que posponer la implementación de las variadas y no pocas inverosímiles propuestas incluidas en sus planes de gobierno. Por ejemplo, una eventual administración de Perú Libre no podría recurrir a la emisión de bonos porque plantea un Estado sin deuda externa, justo ahora que las tasas de interés están históricamente bajas. Como también ofrece “eliminar paulatinamente” el Sistema Privado de Pensiones, una posible emisión interna de deuda no contaría con el principal inversionista institucional local, ya bastante debilitado.

El contendor en la segunda vuelta es Fuerza Popular. Aunque su plan de gobierno no se va al extremo, sí peca de excesivo al buscar elevar el presupuesto para salud y educación como porcentaje del PBI (Perú Libre solo es generoso con educación). También ofrece una reforma tributaria y “restaurar el equilibrio de las cuentas fiscales”, una tarea que será de largo aliento, porque la consolidación fiscal, que deberá retomarse en el 2022, demandará un manejo más eficiente y responsable del presupuesto público. Y si el nuevo Congreso resulta ser copia del actual, será muy difícil hacerle entender esos conceptos.

Es momento de exigir en la segunda vuelta más explicaciones.

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