Editorial de Gestión. El fuerte impacto de la pandemia hace necesario el mantenimiento de medidas de estímulo.  (Foto: Getty Images).
Editorial de Gestión. El fuerte impacto de la pandemia hace necesario el mantenimiento de medidas de estímulo. (Foto: Getty Images).

PERSPECTIVAS GLOBALES. La UNCTAD acaba de sumarse a las voces sobre unas mejores perspectivas para la economía mundial. La OCDE recientemente había también aumentado sus pronósticos para la expansión económica global para este año y el siguiente.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) proyecta ahora que la PBI mundial rebotará un 5.6% este año y avanzará otro 4% en el 2022. Ambas cifras son superiores a sus previsiones realizadas a fines del 2020, en 1.4 puntos y 0.3 puntos porcentuales, respectivamente.

Por su parte, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) mejoró de 4.3% a 4.7% su previsión de expansión mundial para este año, pero advierte sobre una recuperación desigual y la persistencia de riesgos.

En la mejora de las perspectivas, el panorama más alentador en Estados Unidos es clave. Según la Reserva Federal (Fed), la economía norteamericana registraría este año su mayor repunte desde 1984, al esperarse una tasa de crecimiento de 6.5%. El banco central incluso estaría dispuesto a mantener su estímulo monetario de bajas tasas de interés hasta el 2023. A la disposición de la Fed se sumaría también el impulso que brindaría el plan de estímulo fiscal de Joe Biden.

Pero si bien son alentadoras las mejores expectativas sobre el crecimiento mundial, los riesgos subsisten. Las campañas de vacunación avanzan a un ritmo desigual en el mundo, por lo que existen aún riesgos de nuevos confinamientos en los países que puedan registrar un rebrote de contagios. Por ejemplo, Chile, que si bien ha logrado un destacado avance de la vacunación, ha tenido que ampliar sus medidas de confinamiento por el aumento de casos de COVID-19.

Asimismo, el fuerte impacto de la pandemia hace necesario el mantenimiento de medidas de estímulo para que las economías más afectadas puedan cobrar impulso. Sin embargo, un complicado panorama para los ingresos fiscales en muchos países puede llevar a recortar los incentivos, poniendo en riesgo la recuperación.

El rebote de las economías de la región se complicaría aún más si es que el ambiente local en algunos países se deteriora por crisis políticas o sociales propias, en un año marcado por varios procesos electorales.

A poco más de un año de las primeras cuarentenas por la pandemia, el panorama global parece ofrecer esperanzas sobre una más rápida recuperación. Ojalá que algunas crisis internas no impidan sacar mayor provecho de este impulso externo.

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