El fin de semana México celebró elecciones legislativas y presidenciales y, como se sabe, Claudia Sheinbaum hizo historia al convertirse en la primera mujer electa presidente y, además, en la mandataria más votada en la historia reciente. Recibió en total un 59,4% de los votos (más que Andrés Manuel López Obrador en el 2018), mientras que su rival, Xóchitl Gálvez de la coalición del PAN, el PRI y el PDR, recibió apenas un 27,6%.
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Más allá de la evaluación que uno pueda tener sobre Sheinbaum, respecto de quien se han destacado cualidades tanto positivas (es científica ecologista) como negativas (su apoyo se ha debido principalmente a que era la candidata respaldada por López Obrador), lo que ha resultado sin duda preocupante ha sido el resultado legislativo. Morena, el partido de Sheinbaum y López Obrador, ha alcanzado la mayoría necesaria en ambas cámaras para hacer reformas constitucionales sin tener que negociar con otros partidos.
La historia ha demostrado que la concentración absoluta del poder tiende a ser un riesgo grande de que este poder sea eventualmente abusado o utilizado de manera déspota. El mejor escenario sería el de una autolimitación y respeto del orden institucional. Pero por los antecedentes de López Obrador, esto no es necesariamente fácil de imaginar.
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En lo que respecta al Perú, por su parte, el resultado implica que probablemente se mantengan las recientes tensiones diplomáticas. Al menos en el corto plazo.
Más al norte, otra elección que tendrá resultados importantes en el Perú y en la región es la que ocurrirá en noviembre en Estados Unidos. Como cada cuatro años, los estadounidenses deberán renovar también a su presidente a sus dos cámaras legislativas, en una elección que enfrentará al actual presidente, Joe Biden, por el Partido Demócrata, con Donald Trump, por el Partido Republicano.
Actualmente, los principales promedios de encuestas -como el de FiveThirtyEight de ABC- le dan una ligera ventaja a Trump, pero la diferencia es pequeña y aún es muy temprano para un pronóstico seguro. La diferencia práctica entre un resultado y el otro, sin embargo, será notorio.
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Un ejemplo claro de esto último es la posición que tendría el país sobre la guerra entre Rusia y Ucrania. Mientras que Biden mantendría y hasta podría aumentar el apoyo que Estados Unidos viene dando a Ucrania, Trump ha dado a entender que podría retroceder y tomar una postura más neutra.
Otra diferencia podría ser la posición de Estados Unidos respecto de situaciones como las ocurridas en Guatemala el año pasado, cuando sus opositores buscaron revocar su elección. En ese entonces, Estados Unidos presionó porque se respeten las instituciones. Pero una administración de Trump podría tomar otra aproximación.
Queda solo esperar lo mejor para ambos países. Y dada su influencia, para el mundo en general.