Presidente del Consejo Privado de Competitividad
Luego del desastroso Gobierno de Pedro Castillo, al Gobierno de Dina Boluarte le toca trabajar bajo un legado harto complejo: (i) más de una década de ralentización de la economía; (ii) el padecimiento de rezagos de la pandemia en nuestro aparato productivo; (iii) una inestabilidad política reflejada en seis presidentes en seis años; (iv) un Congreso de la República muy peligroso en política económica; (v) un incremento incesante en el número de conflictos sociales; (vi) un inicio de año con protestas incendiarias que han dejado serias heridas; y, (vii) un escenario inquietante de desastres naturales que continuarán.
Siete plagas, como las del pasaje bíblico del Éxodo, pero que en Perú pueden ser aún más si es que no logramos reactivar con fuerza la economía y poner arranque a algunos de los elementos básicos que puedan sustentar nuestra competitividad, que es lo único que puede traer bienestar sostenible al país.
El reciente Informe de Actualización de Proyecciones Macroeconómicas, presentado por el titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), que ha revisado las proyecciones de crecimiento económico a la baja para el 2023 de 3.5% a 2.5%, se presenta como un crudo reflejo de esa confusión en la que el país se ha venido moviendo.
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Si bien para el horizonte 2024 al 2026, el MEF mantiene las mismas tasas de variación consignadas en el Marco Macroeconómico Multianual, publicado en agosto del año pasado, esto no significa que todo siga igual para adelante. De hecho, esto se traduce en una caída del nivel del PBI e ingreso per cápita, transformándose en una pérdida de bienestar en toda regla.
Y si bien, como señala el informe, la economía peruana será la de mayor crecimiento en la región, sabemos que eso no es ningún consuelo.
Mirando hacia futuro, con un crecimiento del PBI que se amodorra cerca de su deteriorado potencial, el MEF augura que después de que la inversión privada vuelva a caer este 2023, esta finalmente se recuperará para ubicarse en un plateau en torno al 3% a futuro.
¿Es esta una buena noticia? Bueno, como siempre, dependerá del cristal con que se mire. Sin embargo, creo que hay algunos factores que pueden ayudar a que estas predicciones se hagan realidad o incluso mejoren.
Por ejemplo, ya no está ese tumor cancerígeno para el bienestar del país llamado Pedro Castillo, cuyo Gobierno solo representaba hostilidad a la inversión privada.
De hecho, luego de su salida, se puede observar con claridad cómo la confianza para invertir y para contratar se viene recuperando de manera importante, lo que también ha beneficiado en la reducción de la volatilidad de los mercados financieros.
A esto se suma el hecho de que por fin tengamos un gabinete donde la meritocracia se respeta; donde ya no hay un ministro de Transporte y Comunicaciones (hoy fugado de la justicia por corrupto) que señalaba con orgullo que estaba calificado para dirigir esa cartera porque tenía brevete.
Resaltar también el foco que ha puesto el MEF, a la reactivación económica y competitividad, a partir del lanzamiento del plan “Con Punche Perú”, donde una de las medidas más interesantes ha sido el establecimiento de mecanismos especiales de contratación de funcionarios al Servicio Civil para dotar de capital humano a los gobiernos regionales y gobiernos locales con el fin de hacer más eficiente la inversión pública.
Asimismo, hay que destacar que en el marco de la reciente Ley de Delegación de facultades al Poder Ejecutivo se haya incluido el fortalecimiento del marco normativo para la mejora de la calidad regulatoria en este poder del Estado.
La medida, por supuesto, sería redonda si el propio Congreso de la Republica hiciese lo mismo.
No es poca cosa tampoco que se haya publicado la Ley de Fortalecimiento del Consejo Fiscal en enero de 2023, que fija su número de integrantes; define el perfil y metodología de elección de estos; y regula la designación de su presidente.
Esto, sin duda, contribuye a fortalecer aún más la institucionalidad de nuestra política fiscal, minimizando los riesgos de la interferencia política, al reforzar su credibilidad en el largo plazo. No olvidemos que si el país ha podido aguantar todo lo que le ha caído, se debe sobre todo a esta fortaleza, por lo que no está de más seguir solidificándola.
Y así, si es que el Gobierno de la presidenta Boluarte logra capear el temporal día a día, semana a semana, mes a mes, año a año, pulso a pulso, las posibilidades de crecer a mayor ritmo podrían hacerse realidad.
De hecho, si este Gobierno llega a terminar su mandato en julio del 2026, habremos tenido al gobernante de mayor duración en una década. Y a partir de ahí, quién sabe; quizá el país pueda empezar a divisar mejores perspectivas.
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