Especialista en políticas públicas
Como resalta Martin Wolf en “Crisis de la democracia capitalista”, las sociedades más prósperas, libres y felices son aquellas que tienen una democracia capitalista. Son imperfectas y requieren fortalecer diversos aspectos de su funcionamiento, pero así imperfectas son una mejor opción a cualquier otro diseño tanto en términos políticos como económicos. De hecho, son las que atraen migrantes.
En contraste, las autocracias estatistas restringen las libertades de los ciudadanos, empezando por la de expresarse, pasando por la de emprender y terminando por la de elegir autoridades. De hecho, son las que expulsan migrantes.
Wolf define a la democracia capitalista como aquella en que las decisiones se toman por mayoría, pero respetando los derechos individuales, en que hay un sistema electoral eficaz y rige el imperio de la ley; y en que la actividad económica es realizada por empresas privadas, con adecuadas regulaciones y en que también es muy relevante el imperio de la ley (economía de mercado).
Lamentablemente, las autocracias van en aumento en el mundo. Y en Perú nos acabamos de librar del intento de Pedro Castillo de instaurar una. Increíble por cierto que los presidentes Petro y AMLO insistan en defender a un golpista. No obstante, algunos sostienen que existe una red de autocracias que se apoyan diplomáticamente en distintas instancias multilaterales, en que estarían países como China, Rusia, Turquía, Irán, Bielorrusia, Bolivia y Cuba.
Lamentablemente también, el estatismo sigue siendo impulsado por algunos en Perú; ello a pesar de que en el pasado nos llevó a la pobreza y la hiperinflación, vemos a las empresas estatales de saneamiento (EPS) quebradas y somos testigos del desastre de la refinería de Talara, con miles de millones de soles malgastados.
Insisto en que, en los últimos 25 años, en Perú el crecimiento permitió reducir la pobreza a la tercera parte y aumentar el presupuesto público a cinco veces. Con ello llegó bienestar a las familias, pero casi exclusivamente vía empleos; el mayor presupuesto público no se tradujo en servicios públicos adecuados, por serias deficiencias de nuestro sistema político y debilidades de nuestro aparato público.
Urge tomar acción: desde defender los beneficios de la democracia frente a la autocracia y del capitalismo frente al estatismo, hasta impulsar reformas que perfeccionen el sistema político, el sistema económico y el funcionamiento del Estado.
Wolf destaca la relevancia de enfocarnos en el bienestar de las personas, como base para defender y perfeccionar la democracia y el capitalismo.
Una vía importante para ello es incorporar mecanismos de mercado en la provisión de servicios básicos financiados por el Estado, que a su vez den libertad de elección a las personas, en particular a las más vulnerables. Por ejemplo, permitiendo que los asegurados SIS de extrema pobreza puedan elegir donde atenderse (establecimiento público o privado) y que el SIS pague por esa atención. Que las familias de los 50 distritos urbanos más pobres puedan elegir en qué colegio van a estudiar sus hijos y que, si eligen uno privado, reciban un bono por el monto equivalente que el Estado gastaría por ellos en el sistema público.
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Que los agricultores puedan elegir quién les proveerá asistencia técnica (entre proveedores acreditados) y no tengan como única opción a un extensionista público. Se trata de separar la provisión del financiamiento, para que las familias puedan elegir y así acceder a mejores servicios, a la par que ven y se benefician de las bondades de la economía de mercado.
Otra vía relevante es proteger los derechos de propiedad de los más pobres. Desde sancionar a un ladrón de gallinas –y no permitir que quede impune por no superar monto mínimo que establece sistema policial–, hasta facilitar inscripción de transferencias de propiedad en registros públicos –y no gasto oneroso que hoy debe realizarse–, pasando por mejorar de manera importante la seguridad en los barrios más pobres.
Una tercera vía es proteger las vulnerabilidades de los más pobres. Está por ejemplo el seguro de riesgo agrario, que protege a agricultores frente a factores externos que puedan afectar sus sembríos, o un seguro de pesca artesanal para protegerlos frente a riesgos climáticos.
La defensa de la democracia pasa en Perú por mejorar nuestro sistema de representación. Necesitamos mejores partidos políticos. Exijámosles más democracia interna, más propuestas claras, más integridad en sus miembros. Estrechemos además nuestros vínculos con países democráticos, en particular los de la Unión Europea y Estados Unidos, y mantengamos prudente distancia de los que no lo son.
No hay soluciones fáciles. No habrá soluciones sin liderazgo. Nos toca a todos defender la democracia capitalista.
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