Coach de Gestión y Desarrollo de Carreras Profesionales- Centrum Católica
Según la teoría del psicólogo suizo Carl Jung, existen cuatro estilos principales de personalidad que influyen en nuestra forma de abordar la vida y el trabajo, tanto en situaciones cotidianas como bajo estrés. Estos estilos son intuitivo, racional, sensitivo y activo. Ningún estilo puede ser catalogado como bueno o malo, ni más correcto que otro.
Nuestros comportamientos están vinculados a las preferencias que tenemos por un estilo sobre los demás, en función de desarrollar distintas habilidades, tales como:
- Intuitivo: Idear, proyectar e inspirar.
- Racional: Analizar y estructurar de manera lógica.
- Sensitivo: Comprender a través de reacciones emocionales y respuestas sentimentales.
- Activo: Experimentar basándose en percepciones sensoriales propias.
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Reconocer y comprender los estilos de los demás nos capacita para comunicarnos de manera más efectiva, fomentando la empatía y fortaleciendo las relaciones interpersonales, lo que a su vez beneficia el liderazgo y contribuye al éxito organizacional. Es relevante recordar que al cambiar de función en el trabajo, nuestros estilos primario y secundario también pueden cambiar para adaptarse a las demandas de las circunstancias.
Es importante tener en cuenta que la mayoría de los problemas que surgen en diversos entornos, como el hogar, la escuela, el trabajo o la política, están relacionados con nuestra forma de comunicarnos. Esta se ve influenciada por el exceso de uso de un estilo en particular y la subutilización de los otros estilos. Las características asociadas a estos estilos pueden ser efectivas o ineficaces, dependiendo del grado de uso. Por ejemplo:
- Un intuitivo puede destacar por su creatividad, pero también puede ser percibido como alguien demasiado enfocado en la fantasía o distante en la realidad.
- Un racional puede ser prudente, pero también ser considerado excesivamente cauteloso, o ser un comunicador efectivo pero parecer hablar en exceso.
- Un sensitivo puede ser persuasivo, pero también ser visto como manipulador, o mostrar empatía en exceso y personalizar en demasía.
- Un activo puede ser pragmático, pero dar la impresión de no considerar el largo plazo, o estar orientado a resultados de manera tal que parezca actuar impulsivamente.
Es crucial identificar nuestros estilos de comunicación a través de pruebas pertinentes, pero debemos hacerlo con objetividad. En ocasiones, la preocupación por la percepción que los demás tendrán de nosotros al responder cada pregunta puede distorsionar los resultados.
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