CEO de Citi
Es con gran pesar que comunicamos el fallecimiento de Alberto Verme, un verdadero titán de nuestra industria y mentor desinteresado para muchos de nosotros. Alberto, quien de joven supo tener aspiraciones de poeta, contaba con la elocuencia justa para cada ocasión. Su inesperada pérdida nos encuentra ahora en busca de las palabras correctas.
Tantos de nosotros que construimos nuestras carreras en el banco junto a Alberto hemos admirado su disciplina e impulso, su compromiso con el equipo y su dedicación al éxito de Citi. Muy pocas veces había una conversación con él en la que no mencionara la palabra “pasión”.
Alberto estaba hecho a la medida de este negocio. No había nadie mejor que él para desarrollar relaciones con clientes, o que tuviera su habilidad para movilizar a nuestro banco para asegurarse de que estuviéramos a la altura de cada desafío y cada oportunidad que nos planteaban los clientes. Tenía la convicción de que nuestros clientes debían ver la integridad en nuestra gente y tener fe plena en nuestra capacidad de proteger sus intereses y de dar excelencia en todo momento. Como resultado, gozaba de la confianza total de la mayoría de nuestros clientes institucionales más senior, ya fueran CEO de compañías Fortune 100, jefes de estado o miembros de la realeza en el Medio Oriente. No tenemos dudas de que también se sentirán muy conmovidos al conocer la noticia de su partida.
Alberto se unió a Salomon Brothers en 1994 y desempeñó un papel fundamental en la integración de las dos culturas cuando pocos años después Salomon se fusionó con Citi. En las décadas siguientes, ocupó destacados cargos de liderazgo en distintas áreas de nuestra organización. Fue una figura paternal para nuestro equipo de banca de inversión de Latinoamérica, y a fines de la década de 1990 ayudó a gestionar el proceso de desintegración y subasta de la compañía de telefonía brasileña Telebras, una de las transacciones de mayor envergadura de la región.
Más tarde pasó a liderar nuestra división Global Investment Banking. Como CEO de EMEA, su visión de crear una oficina de banca de inversión en Medio Oriente fue una señal de la importancia cada vez mayor de nuestra base de clientes en esa región.
En años recientes, como Chairman de ICG, Alberto se valió de su expertise inigualable en los mercados energéticos para contribuir a liderar nuestros esfuerzos de asesoramiento a los clientes en sus transiciones a cero emisiones netas. Y en su Perú natal, fue venerado por ser mucho más que un banquero; sentía un profundo orgullo por su patria y no escatimó tiempo ni energías para ayudar a Latinoamérica a alcanzar la prosperidad y el éxito.
Su devoción por su trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo de su querida familia. Les agradecemos por haber compartido a Alberto con nosotros, y los acompañamos con nuestros pensamientos en estos momentos.
Como algunos saben, Alberto finalizaba casi todos sus mensajes de correo electrónico con un simple pero enfático “Onwards!” (¡Adelante!).
Ahora, al seguir avanzando y continuar con el trabajo de construir un banco ganador, llevamos con nosotros el legado de un colega y amigo inolvidable, un banquero icónico con alma, y un modelo de cómo todos podemos abordar el trabajo y la vida.
¡Adelante!
Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor.