Fotos de boda, baños en el lago, pícnics: la vida vuelve despacio a Wuhan, la ciudad china donde surgió la epidemia de covid-19, aunque habrá que esperar para recuperar completamente la normalidad.
Tras 76 días aislada del mundo, esta metrópolis de 11 millones de habitantes del centro del país levantó su bloqueo el 8 de abril. Y poco a poco, sus habitantes empiezan a asomar la cabeza al exterior.
Al borde del lago del Este, una joven vestida de novia posa con una gran sonrisa junto a su futuro marido ante el objetivo de un fotógrafo. Para esta ocasión, la novia retira por unos instantes su mascarilla de protección.
En un parque cercano, un abuelo acuna a su nieto tumbado en una hamaca. Al lado, varias familias con tiendas y manteles de pícnic disfrutan del sol.
Al borde de un puente que atraviesa el río Yangtsé, un joven canta y baila al ritmo de la música, al que enseguida se le unen algunos transeúntes.
Más abajo, valientes nadadores se adentran en el río más largo de Asia, pese a la fría temperatura.
Unas escenas que rompen con el ambiente fantasmal que reinaba en la ciudad cuando se instauró la cuarentena a finales de enero, así como con las imágenes de los lugares públicos desiertos en todo el mundo debido a la pandemia de Covid-19.
Incluso los atascos han vuelto a aparecer en Wuhan en algunas arterias.
“Aún llevará un tiempo, pero vamos en la buena dirección”, explica Bai Xue, una habitante de 24 años.
En cambio Wuhan no baja totalmente la guardia. Aunque el número de nuevos casos de Covid-19 cayó a cero en la ciudad desde hace varias semanas, la población ve con preocupación a las personas asintomáticas y a aquellas que vienen del extranjero.
Los usuarios de metro por su parte deben escanear con su teléfono móvil un código QR para que puedan ser localizados en caso de que entren en contacto con un enfermo. Las residencias continúan verificando las entradas y las salidas. Y las barreras de plástico aún bloquean el acceso a algunas calles.
Otra preocupación es la actividad económica.
Vendedores de mercado, propietarios de cafés...
Muchos afirman que el cierre de Wuhan hundió las ventas y disparó los precios de los alquileres.
El ayuntamiento intenta invertir la tendencia y ha distribuido vales de compra por valor de US$ 70 millones (uno 65 millones de euros), que los ciudadanos pueden usar en los supermercados, los grandes almacenes o los restaurantes.
Pero la mayoría de los comercios de alimentación siguen cerrados. Y los que están abiertos solo pueden vender para llevar.
“Tenemos muy pocos clientes”, suspira Han, una mujer de 27 años propietaria de un pequeño puesto de leche de soja. “La gente tiene miedo de los casos asintomáticos”, precisa.