Policías, guardaespaldas y expertos en antiexplosivos están en alerta máxima para evitar un ataque contra el candidato más divisivo de Colombia en las últimas semanas antes de las elecciones presidenciales.
Colombia es el único de los principales países de América Latina que nunca ha tenido un líder de izquierda, y las encuestas sugieren que Gustavo Petro está a punto de ser el primero. Eso sube la temperatura de la campaña en un país con un largo pasado de violencia política.
“Muchos de los candidatos presidenciales alternativos han sido asesinados, y yo soy el que más se ha acercado a ganar, de acuerdo a las encuestas”, dijo Petro en una entrevista camino a un mitin en la parte oriental de Colombia la semana pasada. “Es decir que el nivel de riesgo es altísimo”.
Petro, de 62 años, puede tener razón al temer por su seguridad en un país donde cuatro candidatos presidenciales han sido asesinados desde la década de 1980. Él cree que ser “el candidato alternativo al poder tradicional en Colombia” lo convierte en un objetivo antes de la primera vuelta electoral del 29 de mayo.
Ciertamente, poner fin a un modelo económico basado en el petróleo y el carbón es una plataforma radical que genera nerviosismo en el mercado por la perspectiva de cualquier interrupción de una fórmula que está ayudando a Bogotá a liderar el crecimiento más rápido de cualquier economía principal en la región este año. Sin embargo, ante encuestas que muestran que los votantes favorecen a Petro sobre su rival conservador, Federico Gutiérrez, Colombia podría ser el próximo en desafiar la dependencia de América Latina de las materias primas.
Los votantes colombianos se preocupan mucho más de lo que solían por temas como el medio ambiente, la justicia social y los aspectos raciales. Petro logra aprovechar ese “cambio generacional”, según Andrés Mejía, consultor político y docente en la Universidad de Los Andes en Bogotá.
“El miedo a la izquierda, que hasta el 2018 había sido quizás la fuerza dominante en la política colombiana durante los últimos 20 años, ahora está en su punto más bajo”, dijo.
Complot de asesinato
Eso no ha reducido necesariamente los riesgos para un candidato que defiende tal cambio.
La semana pasada, Petro canceló un viaje a la región cafetera de Colombia citando un supuesto complot de asesinato por parte de un cartel de narcotraficantes llamado La Cordillera.
En un hangar en Bogotá, solo cuatro empleados de la aerolínea pueden acercarse al avión que usa Petro, que un perro policía olfatea en busca de bombas antes de abordar. Cuando sube al escenario para los mítines de campaña, lo rodean tres guardaespaldas con chalecos antibalas. La seguridad para Gutiérrez, de 47 años, y los demás candidatos es menos rigurosa.
Petro tiene un equipo de seguridad “robusto” que hace que sea una de las personas mejor protegidas de Colombia, según la Unidad Nacional de Protección, UNP. Tanto la Policía como la UNP proporcionan guardaespaldas al candidato.
Los llamados de Petro para desbancar a la clase política tradicional le han permitido aprovechar el gran malestar contra el Gobierno luego de que la pobreza y el desempleo aumentaran durante el mandato del presidente Iván Duque.
Expectativas altas
Gutiérrez, cuya campaña se centra en combatir la violencia y el crimen, está cerca del Gobierno de Duque a nivel ideológico. Una encuesta reciente muestra a Petro con una ventaja de 13 puntos porcentuales en el caso probable de que se enfrenten en una segunda vuelta el 19 de junio.
Los seguidores de Petro, muchos de ellos jóvenes, tienen grandes expectativas. Sin embargo, sus esperanzas de un cambio radical pueden verse frustradas si él gana, ya que es probable que instituciones como el Congreso, la Corte Constitucional y el Banco de la República se interpongan en muchos de sus planes.
Aun así, Petro dice que hay mucho que su Gobierno podría hacer sin el Congreso para acabar con un modelo económico basado en “el petróleo, el carbón y la cocaína”. Esto incluye detener la concesión de licencias de exploración petrolera y despedir a la mayor parte del directorio de la petrolera estatal Ecopetrol SA, la compañía más grande de Colombia.
Bajo una nueva administración, Ecopetrol se convertiría en un gigante de la energía limpia, en lugar de seguir siendo principalmente un productor de crudo mientras el mundo se aleja del petróleo, según Petro.
“En medio de la crisis climática, los activos petroleros se desvalorizan”, dijo. “Los activos petroleros tienen sus días contados, sus años contados, para ser más exactos”.
El impulso a la campaña de Petro puede derivarse de la inflación más acelerada en más de dos décadas. Los precios de los alimentos han subido un 26% durante el último año, aumentando el hambre en un país donde mucha gente vive precariamente. Para Petro, el aumento del hambre y la desnutrición es una diferencia clave frente a su candidatura a la presidencia en el 2018, cuando perdió ante Duque.
Apunta la culpa a la dependencia de Colombia de los alimentos importados y quiere impulsar la producción local subsidiando los fertilizantes y otros insumos agrícolas, y protegiendo a los productores colombianos con aranceles.
Petro saltó a la fama durante la presidencia de Álvaro Uribe entre el 2002 y 2010, como uno de los críticos más efectivos del Gobierno en el Congreso. Como alcalde de Bogotá, se le recuerda, entre otras cosas, por prohibir los vehículos de tracción animal y por un intento fallido de que la ciudad se hiciera cargo de la recolección de basura en manos de operadores privados.
Nacido en la costa caribeña de Colombia, su familia se mudó a un pueblo cerca de Bogotá durante su juventud.
En la década de 1970 se unió al M-19, un grupo guerrillero urbano cuya guerra contra el Gobierno incluyó un asalto a la Corte Suprema en 1985 que dejó más de 90 muertos, incluidos 11 magistrados. Petro no participó. Había sido capturado semanas antes y cumplía condena en prisión.
Después de que las fuerzas de seguridad lo capturaron, pasó un año y medio en la cárcel y dice que fue torturado durante cuatro días. El grupo se desmovilizó en 1990 luego de un proceso de paz y Petro se unió a la política democrática. Es posible que ahora se esté beneficiando de otro acuerdo de paz que el Gobierno firmó hace seis años con la guerrilla marxista de las FARC, lo que ayuda a desestigmatizar aún más su pasado, especialmente entre los votantes más jóvenes.
K-Pop
Los opositores de Petro a menudo dicen que, si tuviera la oportunidad, replicaría las opciones económicas de la vecina Venezuela, que resultaron en una catástrofe. De hecho, dice que Corea del Sur, que se convirtió rápidamente en una economía del conocimiento sin muchos recursos naturales, es un mejor modelo para Colombia.
Cuando Colombia envió tropas para luchar junto a Estados Unidos en la Guerra de Corea de 1950-1953, “los surcoreanos eran muchísimo más pobres que nosotros”, dijo. “Hoy son diez veces más ricos”.
Quiere invitar a académicos coreanos, incluido el economista de desarrollo Ha-Joon Chang de la Universidad de Cambridge, a Colombia. La semana pasada, incluso llamó a los devotos de la música pop coreana, o K-Pop, a respaldar su campaña.
“Guardadas las distancias culturales etc., Corea del Sur es un buen espejo”, comentó Petro.