El presidente de Chile, Gabriel Boric, llega a la mitad de su mandato tras dos años de gobierno marcados por dos intentos fallidos de reformar la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet y una crisis legislativa que ha erosionado sus promesas electorales de implementar reformas sociales en profundidad.
Con todo, el mandatario defendió el lunes que Chile “está mejor” desde que comenzó su gestión. También admitió que hay pendientes.
“La manera de conmemorar dos años de gobierno no es con grandes discursos es haciendo, es dando cuenta de que el país avanza, y de que estamos mejor pero que podemos estar mejor aún”, afirmó en una visita a la región del Maule, a 250 kilómetros al sur de Santiago, para lanzar un nuevo tramo de tren.
Entre las reformas de índole social que Boric se anotó el lunes como logros está la reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas por ley, el aumento del salario mínimo de 361 a 517 dólares, la gratuidad en el sistema de copago de salud orientada a aliviar a los más desfavorecidos y la ley para el pago de pensiones alimenticias a padres y madres deudores.
Pero a la vez, las promesas sociales tienen una lista extensa de pendientes, que la sociedad lleva décadas demandando. El mandatario, que mencionó la salud y educación públicas, admitió: “Tenemos que mejorar y ponerle más esfuerzo, más pasión, más fuerza a la seguridad, sabemos que la seguridad es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos”.
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Su gobierno no ha conseguido reformar el sistema de pensiones —una propuesta entrampada desde hace meses en el Congreso— y el sistema educativo requiere mejoras a sus problemas de infraestructura, así como un fortalecimiento de la salud pública, frente a un sistema de salud privado al que solo acceden el 20% de usuarios del país.
Según el analista político de la Universidad Adolfo Ibánez, Fernando Wilson, es un gobierno que “espera sobrevivir y contener” temas desde los que pueda cimentar un discurso “de éxito relativo” más que un gobierno que pueda hacer lo que quería hacer. El “Chile de hoy es muy distinto al que ellos ofrecían en el programa de gobierno”, por lo que, recalca, difícilmente el país podría estar mejor.
Wilson apunta que el gobierno “está sometido a la voluntad de fuerzas que le son ajenas” como parte de las razones por las que no han avanzado reformas propuestas.
Para Rogelio Gajardo, un vendedor de 43 años en un negocio que votó por Boric, el presidente “pareciera que viviera en una realidad paralela cuando dice que estamos mejor; según él, la salud está mejorando, la educación está mejorando y no es así”.
Cree que su gobierno “ha sido una decepción” y que Boric “contradice todos sus principios, todas sus grandes propagandas de un futuro mejor gracias a la política, las ideas de un gobierno progresista que al final terminaron siendo mucho más de lo mismo con peor ejecución, más amateur, es decepcionante”.
La falta de mayoría en un Congreso fragmentado condujo al rechazo a la reforma fiscal con la que el gobierno pretendía financiar sus grandes reformas estructurales en salud y pensiones, a lo que se suman el rechazo de los chilenos en dos plebiscitos a los nuevos textos constitucionales —uno de tendencia izquierdista y otro conservador— con los que se pretendía reemplazar a la Carta Magna vigente desde la dictadura militar (1973-1990).
Las últimas encuestas muestran que “la percepción en Chile es que hoy estamos peor” y “que el país no ha avanzado”, señaló a la AP el analista político de la Universidad de Santiago, Marcelo Mella. Atribuye esta percepción no solo a la gestión gubernamental sino a la “polarización” en el país, justo a la crisis posterior al estallido y a la pandemia que dejaron efectos que aún no se superan, afirma el analista.
Aunque Boric defendió como uno de sus avances el control de la inflación, que llegó a alcanzar dos cifras tras la pandemia —un 14% que no se veía en Chile hace décadas—, el sociólogo de la Universidad de Chile, Octavio Avedaño, recalca que “los precios siguen altos”, que la reactivación económica aún no llega y que esto resiente e la creación de empleo.
También en el crimen organizado y la seguridad pública, hay delitos que “se intensifican en magnitud y violencia” y se vuelven centrales para la ciudadanía, señala Avedaño.
La seguridad es un tema que el gobierno ha tenido dificultad en manejar porque “no tenía un lugar prioritario en su programa” y resulta “incómodo” para algunos sectores de la izquierda chilena, analiza Mella, para quien el crimen organizado “es un problema de carácter regional” ligado a los circuitos del narcotráfico no sólo atribuible a Chile.
Mella considera que la segunda parte de mandato va a tener que orientarse a la “recuperación nacional” para llegar a la situación previa a la crisis social de 2019 y a la pandemia de 2020.
Boric prometió seguir trabajando para que Chile “sea un país más justo, más igualitario, más amable con su pueblo”, con una sociedad más cohesionada.
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