El azote del refrito taquillero ha llegado a la séptima democracia más grande del mundo. El segundo debate presidencial de México tuvo lugar (de manera apropiada) en los Estudios Churubusco de la Ciudad de México, la capital, el 28 de abril. La pregunta principal era si los mexicanos quieren una secuela del largometraje de seis años que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha guionizado, dirigido y protagonizado.
Claudia Sheinbaum, la candidata del partido en el poder, Morena, afirmó que los mexicanos deben elegir entre “avanzar con la transformación” que inició su mentor, López Obrador, o regresar a un “pasado de corrupción y privilegios” con Xóchitl Gálvez, quien lidera una coalición de partidos de oposición. Gálvez se presenta como la candidata que rescatará a México de la incompetencia de López Obrador y de sus ataques a la democracia. Los votantes decidirán el 2 de junio. También elegirán a los representantes de decenas de miles de cargos locales, nueve gobernadores y los 628 escaños del Congreso.
La tarea que le espera al vencedor de la contienda —quien casi con seguridad parece ser Sheinbaum, de 61 años— es inmensa. El país de 128 millones de habitantes tiene una gran economía que lleva mucho tiempo creciendo a un ritmo lento, a un promedio del dos al 3% anual; no logra atraer suficientes inversiones a pesar del interés de empresas como automotrices y fabricantes de dispositivos médicos que quieren reubicar su producción en China.
La pobreza ha disminuido con López Obrador, pero una tercera parte de los mexicanos sigue siendo pobre, según una medida nacional que considera el acceso a los servicios; casi el 40% carece de atención médica. La incidencia de la pobreza extrema no ha cedido. La tasa anual de homicidios en México es de 23 asesinatos por cada 100,000 habitantes, tres veces superior a la de Estados Unidos. La corrupción está en todos lados. La cantidad sin precedentes de personas de todas las nacionalidades que intentan cruzar la frontera norte de México está creando tensiones con Estados Unidos.
El hecho de que estos temas no estén en el primer plano de la campaña demuestra el poder de López Obrador, quien no puede volver a postularse. La ventaja de 20 puntos de Sheinbaum sobre Gálvez se debe tanto a su cercanía con él como a su trayectoria como jefa de gobierno de los 9 millones de habitantes de la Ciudad de México. El presidente actual tiene cautivados a muchos mexicanos, quienes creen que, sean cuales sean las evidencias en contra, él ha transformado su país en un lugar más seguro, más próspero y menos corrupto, una opinión que acentúan sus generosas transferencias de dinero a los pobres.
Sheinbaum promete seguir sus pasos: aumentar las transferencias de dinero e incrementar el salario mínimo por encima de la inflación. Los tres candidatos a la presidencia se comprometen a mantener estos beneficios, a pesar de que las transferencias de dinero se están volviendo inasequibles, pero Sheinbaum afirma que solo ella puede garantizarlas. Los 25 millones de beneficiarios parecen creerle. El 64% de ellos planea votar por ella, en comparación con el 36% de los no beneficiarios.
A la oposición le cuesta dejar huella. Gálvez padece el hecho de que su coalición incluye al Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual gobernó México como una dictadura durante siete décadas hasta el año 2000. Las encuestas colocan a Jorge Álvarez Máynez, el tercer candidato, de Movimiento Ciudadano, un pequeño partido de izquierda, en menos del 10%.
Incluso los votantes que aborrecen a López Obrador creen que Sheinbaum está mejor preparada para el cargo que Gálvez. Los asesores de Sheinbaum, quienes están elaborando propuestas políticas detalladas en todos los ámbitos, desde la atención médica y la educación hasta la energía, están bien calificados. Sheinbaum tiene planes sólidos para luchar contra la corrupción, incluido el nombramiento de fiscales especiales. Sin embargo, otras partes de su plataforma no están definidas, en parte para evitar que parezca que hay una ruptura con su mentor.
Esto es más evidente en el ámbito de la energía. Según Sheinbaum, una científica que formó parte de un equipo que ganó el Premio Nobel en 2007 por su trabajo sobre el cambio climático, invertirá US$ 13,600 millones (casi el 1% del PBI) en la generación de energías limpias. No obstante, también promete apoyar a Pemex, la petrolera propiedad del Estado que tiene una deuda de US$ 106,000 millones.
Tan solo el 3.8% de la electricidad en el soleado México fue producto de paneles solares en 2022, en comparación con el 4.2% en 2021. En Chile, la cifra es del 17.4% y va en aumento. López Obrador gastó millones para apuntalar a Pemex, por eso la energía de México se volvió más sucia. Esto ha disuadido a los inversionistas extranjeros. Gálvez ha intentado explotar esta brecha entre el presidente y su protegida afirmando que está mejor posicionada para promover la ecología y atraer inversiones.
Elegir la seguridad como el tema central de su campaña también puede haber debilitado a Gálvez. Aunque los mexicanos les dicen a las encuestadoras que es el tema más crítico para el próximo gobierno, pocos creen que algún candidato pueda mejorarlo. Las elecciones ya quedaron manchadas por el asesinato de unas 60 personas a manos de agrupaciones criminales: tanto de candidatos que no eran de su agrado como de personas vinculadas a ellos. Sheinbaum destaca su trayectoria como jefa de gobierno, al presumir datos (aunque disputados) que muestran una reducción del 50% de los homicidios en la capital durante su gobierno. También afirma que reforzará las capacidades de inteligencia e investigación de México.
Aunque parece que la apoyarán como presidenta, es probable que los votantes limiten los escaños de Morena en el Congreso (en las elecciones legislativas de 2021, la coalición de Morena perdió su mayoría necesaria de dos tercios para hacer cambios constitucionales). Un Congreso dividido sería bueno no solo para la democracia mexicana, sino también para Sheinbaum, si en verdad desea alejarse del camino de su mentor.
López Obrador ha intentado en repetidas ocasiones debilitar los controles y equilibrios. El 5 de febrero presentó un paquete de 20 reformas, entre ellas la de elegir a los jueces por votación popular (la Suprema Corte designada a menudo lo ha obstaculizado). Parecía un intento de trazar un mapa para su sucesora. Sheinbaum ha apoyado las reformas, pero con reservas.
Según Mariel Ibarra, editora política de la revista de noticias Expansión, las mujeres mexicanas no están entusiasmadas con la llegada de la primera mujer a la presidencia, justo porque no está claro si será capaz de forjar su propio camino. El día de la toma de posesión, el 1.° de octubre, es casi seguro que López Obrador le habrá cedido el liderazgo de México a una mujer. Sin embargo, ella perfectamente tendrá que ceñirse a su guion.
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