Cientos de pueblos en México que tienen luz verde para reabrir se niegan a levantar sus cuarentenas por temor a un pico del virus, lo que perjudica el gran plan del presidente de que el país regrese al trabajo.
Los pueblos están rechazando la solicitud del presidente, Andrés Manuel López Obrador, de reanudar la actividad a pesar de que no han registrado ningún caso del virus. Muchos de ellos están ubicados en regiones pobres y remotas, incluidas las comunidades indígenas en el estado sureño de Oaxaca, donde los servicios médicos son limitados.
López Obrador presentó su reapertura el 18 de mayo con mucha fanfarria, justo cuando nuevos casos del virus han estado alcanzando récords diarios y algunos expertos en salud advirtieran que es demasiado pronto para volver al trabajo.
El presidente dice que México está cerca de superar la pandemia, pero los gobiernos locales están cuestionando sus proyecciones en medio de las bajas tasas de pruebas de COVID-19 en todo el país, e informes de subconteo de casos y fallecidos.
Desde el lunes, se le permitió la reapertura a escuelas y empresas en más de 300 pueblos que el presidente nombró “municipios de la esperanza”, parte de su plan para impulsar una economía donde se anticipa una contracción de 7.5% este año, peor que la devastadora Crisis del Tequila de mediados de los noventa.
Pero un problema con esa lista es que 67% de esos pueblos no han suministrado una sola prueba para detectar el virus, según Valeria Moy, economista del Instituto Tecnológico Autónomo de México, que analizó las cifras públicas de las pruebas en cada uno de los pueblos.
El presidente “quiere enviar una señal de que todo está bien, a pesar de lo que dicen los datos”, dijo Moy en una entrevista telefónica. “Es una apuesta, donde prefiere volver a abrir y luego ver qué pasa”.
Durante su conferencia de prensa diaria del martes, López Obrador dijo que las autoridades locales en estos municipios pueden decidir si quieren reabrir o no. “No es obligatorio”, indicó.
El martes, México registró 2.713 casos nuevos, un récord diario, lo que eleva el total a 54,346. Las muertes aumentaron en 334 a 5,666.
Antes de ordenar finalmente una cuarentena a fines de marzo, López Obrador abrazó y besó a partidarios en giras por todo el país y se resistió a cerrar la economía, diciendo que perjudicaría a los más pobres. Incluso una vez que declaró emergencia sanitaria, no cerró fronteras ni limitó los vuelos.
La mayoría de los gobernadores que rechazaron la reapertura de municipios en sus estados son de partidos de oposición, lo que plantea cuestiones de política en sus decisiones, pero no todos.
Por separado, México también decidió incluir la minería, la construcción y la fabricación de automóviles en su lista de actividades esenciales, permitiendo que esas industrias reanuden sus actividades una vez que se establezcan protocolos de seguridad para los trabajadores.
México se ha visto sometido a una creciente presión internacional para reabrir las cadenas de suministro mundiales, incluidas las autopartes para fabricantes estadounidenses.