Las instalaciones de la nueva Refinería Olmeca en Dos Bocas se asemejan más a un campus tecnológico que a un lugar donde se procesa el crudo para transformarlo en gasolina y diésel.
Por las enormes ventanas se asoman jardines impecablemente verdes y fuentes resplandecientes, mientras que, afuera, se encuentra un recordatorio constante de las esperanzas para el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador: cuatro pilares de piedra inscritos con las palabras ‘Cuarta Transformación, Revolución, Reforma e Independencia’, una referencia a su plan para revitalizar México.
¿Qué es lo único que falta? El zumbido del equipo de refinación. Aunque la planta se inauguró oficialmente este viernes en una ceremonia a la que asistió el propio presidente, las unidades diseñadas para destilar petróleo en gasolina permanecieron inactivas junto con el equipo de construcción, lo que sugiere que aún queda trabajo por hacer.
“Nos estamos preparando para dejar de importar gasolina, diésel y turbosina, ser autosuficientes, generar empleos en el país y dedicar estos combustibles al mercado interno y al desarrollo nacional”, dijo López Obrador flanqueado por la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el director general de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza.
AMLO se ‘jacta’ por apuesta petrolera
La ceremonia de este viernes, que comenzó con horas de retraso, fue una oportunidad para que López Obrador se jactara de los méritos de la refinación de petróleo en una era en la que gran parte del mundo se está enfocando más en la transición a la energía limpia.
“No hicimos caso al ‘canto de las sirenas’, las voces que pronosticaban, de buena fe, tal vez, el fin de la era del petróleo y la llegada masiva de los autos eléctricos y las energías renovables”, presumió.
Dos Bocas, la séptima refinería de México, es un proyecto clave para las ambiciones del Gobierno de terminar con la dependencia del combustible importado y convertirse en un país energéticamente independiente. La instalación está a punto de ser la planta de combustible más grande de México cuando finalmente comience a operar, probablemente en algún momento del próximo año, con el potencial de aumentar la capacidad de procesamiento de petróleo del país en 20 por ciento.
Además, se supone que impulsará la economía local de Paraíso, en Tabasco, el estado natal del presidente.
Este es un momento de gran cambio, de un gran giro, de vender petróleo a transformar la materia prima, producir nosotros mismos el combustible y venderlo en el mercado interno, resaltó el titular del Ejecutivo.
¿Dos Bocas cumplirá todo lo prometido?
Pero los críticos cuestionan si la construcción de la planta oficialmente llamada Olmeca realmente promoverá los nobles objetivos presidenciales. El proyecto se ha visto afectado por retrasos en la construcción y sobrecostos tan altos que provocaron la renuncia de un alto funcionario de Pemex en diciembre.
El costo inicial para el proyecto era de US$ 8,000 millones en el 2019, sin embargo, el presupuesto de la refinería para trabajos de construcción hasta el 2024 aumentó en mayo a más de US$ 14,000 millones de dólares, y el precio final probablemente totalice entre los US$ 16,000 millones y US$ 18,000 millones, según personas familiarizadas con el tema.
Además, no se espera que la planta comience a producir combustible comercialmente hasta dentro de, por lo menos, meses. Mientras Pemex, con problemas de liquidez, tiene un historial de no invertir en su negocio de refinación, lo que genera problemas de mantenimiento, accidentes y pérdidas financieras para la empresa.
López Obrador, quien sostuvo que los costos del proyecto solo aumentaron entre 20% y 30%, dijo este viernes que la nueva planta permitirá a México aumentar su producción de refinación a 1.2 millones de barriles de procesamiento de crudo por día el próximo año.