Las estadísticas oficiales del fútbol detallan que la menor cifra de espectadores en un partido mundialista se registró en el estadio “Los Pocitos”, en Uruguay, con capacidad para 10,000 aficionados, al que solo acudieron un total de 2,459 para un Perú-Rumania de la primera fase de la primera Copa del Mundo.
Se jugó el 14 de julio de 1930, en una época en la que el fútbol ya era el deporte más popular del mundo, pero no todavía el espectáculo monetario de masas que es en estos tiempos.
Casi cien años después, menos de una tercera parte de ese número acudieron este miércoles al estadio Elias Figueroa de la ciudad de Valparaiso, en Chile, para ver el choque entre los locales Unión La Calera y los ecuatorianos de Universidad Católica de la fase de grupos de la Copa Sudamericana, el segundo torneo de clubes en importancia de Sudamérica.
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Apenas 760 valientes que desafiaron al frío y a las intempestivas horas nocturnas para disfrutar en vivo del duelo en un recinto que carece de todas las comodidades y servicios que ofrecen otros desde hace décadas.
Algunos expertos culpan al clima y el horario -pero en el Reino Unido y el norte de Europa hace más frio y llueve más y los estadios están llenos sin importar tampoco la hora- y otros a la televisión, pero esta también emite en directo en otros continentes y las gradas arden.
Otros apuntan a la seguridad en un país, Chile, con demasiados miedos inducidos y escasa vida nocturna en general, pese a ser uno de los estados más seguros de Sudamérica; y otros a la tradición, subrayando que a los chilenos les gusta más disfrutar de la pelota un cómodo salón.
Ciertas estadísticas les desmienten. Según la HFFHS, hasta el pasado año Chile lideraba el ranking global de espectadores en eliminatorias mundialistas por delante de Brasil y Argentina.
Solo en el promedio por partido, la verdeamarelha se mantenía en la cima con 50.243; la Roja era segunda con apenas 7,000 menos, pero 2.000 más que la albiceleste de Messi.
Un problema para la Conmebol
Aunque la Conmebol ha declinado pronunciarse oficialmente, algunos de sus integrantes le dijeron a la Agencia EFE que las gradas vacías suponen un doble problema, tanto de imagen como económico.
Abrir un estadio tiene un alto coste: hay que pagar los servicios, la seguridad, los accesos (...) costos mucho mayores que las paupérrimas taquillas. Si no fuera por el dinero que concede la Conmebol, el balance por organizar el partido como el de Valparaiso sería muy negativo, advierten.
En cualquier caso, las fuentes de Conmebol, que prefirieron no ser citadas, subrayan que es un problema principalmente chileno, ya que en otros países los estadios muestran un gran ambiente.
Malos estadios
En Chile, las condiciones en la que se desarrolla su fútbol tampoco contribuyen a enganchar al aficionado: apenas un par de estadios cumplen con los estándares mínimos de la FIFA, pese a que todos son viejos, incómodos, fríos y se han quedado anclados en el pasado.
No solo las gradas de recintos como el Monumental de Colo Colo, en la capital, generan rechazo para el hincha: los asientos son incomodos, las vallas tienen peligrosas concertinas y un feo cristal, rayado y viejo, separa la grada del campo.
También los camarines y el túnel de salida son de otro época y generan hasta miedo entre los futbolistas. Sin hablar de la umbría iluminación. La Conmebol “hace la vista gorda” porque si fuera estricta, no se podría jugar en ningún estadio de Chile, pais que aspiraba a celebrar un mundial.
Eso hace que otros equipos, como la propia Unión La Calera o el Palestino, en Libertadores, tengan que viajar a otras localidades para poder jugar sus choques internacionales, restando interés a sus escasas aficiones.
Escasez de aficionados
Y es que en Chile las estadísticas muestran que los equipos no logran arraigo local y que la mayoría de los chilenos son hinchas de alguno de los tres grandes: Colo Colo, Universidad de Chile o Universidad Católica.
Las cifras de la pasada temporada muestran que el campeón, Cobresal, sumó siete de los diez partidos con menor asistencia de público del año: el récord negativo, 394 personas frente a O’Higgins.
Y quienes dicen que el equipo de los chilenos es La Roja, que sí llena estadios, también se equivocan: en el camino al Mundial 2026 la selección sólo ha congregado más espectadores que Paraguay como local, en un descenso muy significativo.
Un total de 80,169 personas, con un promedio de 26,723 por encuentro frente a los 24,027 que reunió la escuadra guaraní.
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